Noviembre del 2006
La Viuda III Habría sido duro decirle a su mujer la verdad de los motivos de su abandono. Todo empezó cuando ella decidió estudiar filosofía y él tuvo que pasar por el desconcierto que supuso que de sus planteamientos simples y realistas sobre la vida, que tanto le habían cautivado,pasara a unos conceptos complejos y sofisticados cuya comprensión a veces le costaba esfuerzo. Más tarde se apuntó en una asociación ecologista, y él tuvo que conformarse con pasar los fines de semana solo hasta que ella llegara agotada y sucia con su mochila y sus botas de montañera manchándolo todo de barro. Se alisó el pelo con un sistema oriental que transformó en nostalgia aquellos adorables bucles con los que le gustaba jugar. Se sometió a un régimen de adelgazamiento que convirtió su cuerpo y su rostro, en ángulos agresivos y nada sensuales. Descubrió la cocina macrobiótica y se acabaron los famosos guisos que tanto le había entusiasmado. Pero lo peor llegó cuando ella se sometió a la cirugía láser para liberarse de la esclavitud de las gafas. Eso no lo pudo superar, porque después de todo, a él, lo que le atrajo de ella fue su mirada de miope. Tan solo le dijo que al final se habían convertido en dos desconocidos.
Por: Amelia Ruiz Figueroa
|
Él es feliz viviendo en su Páramo. Todos los días camina entre la niebla acompañado de una luz juguetona y saltarina que rebota ya en su cabeza, sus hombros o su pecho, para luego correr alegre un metro justo delante de él. El ríe mostrando sus rojas encías y siente que su pecho se estalla de la felicidad. Una mañana la lucesita se alejó un poco más de lo acostumbrado. Él sintió estallar su pecho pero supo que eso no era felicidad. Corrió hasta su rancho. En la puerta, su mujer, su suegra y su hija menor lloran en silencio. Frente a ellas el cadáver de su hija mayor envuelta en un paño blanco adornada con una lucesita amarilla que se va apagando poco a poco. Cuando la luz se extinguió él supo que ese era el precio que debía pagar por tanta felicidad. Por: Gladys
|
Se nos está acabando el mes que dedicamos a los muertos, ahora todo es luz, color, papás noeles moviéndose grotescamente en las vitrinas y la gente va por la calle poseída por la fiebre del consumo, caminando igual que el señor gordito pero sin ver a nadie a su alrededor. Por eso, pensamos en CAE Si te ánimas a detenerte, aunque sea unos segundos ante la luz roja, notarás cómo las historias saltarán ante tus ojos y brotarán de tus labios sin el menor esfuerzo. Así que a escribir!!! amigos blogueros.
La Dirección. |
Premio Novela de las Américas 2007 BASES
|
III Premio Internacional de Novela y XIII Premio de Poesía
|
III Concurso de Cuentos ‘Salvador García Jiménez’ Las obras de tema libre deberán ser inéditas, no solamente en la fecha de su admisión al concurso, sino en el momento de la proclamación del fallo. Cada concursante sólo podrá mandar un original. Dichos originales, con una extensión máxima de diez folios, y mínima de cinco, deberán estar mecanografiados a dos espacios por una sola cara, grapados por su margen izquierdo, y se presentarán por triplicado, en formato DINA – 4. Los cuentos optarán al concurso bajo un lema o seudónimo acompañados de plica o sobre cerrado, en cuyo interior conste nombre, foto- copia del D.N.I, dirección del autor y teléfono. Los envíos se realizarán dentro de un sobre en cuyo exterior se haga constar "Para el Concurso de Cuentos Salvador García Jiménez", e irán remitidos al: Excmo. Ayuntamiento de Cehegín. Concejalía de Cultura. C/. López Chicheri, 5. CP. 30430 Cehegín (Murcia). La Institución Patrocinadora del Concurso designará la composición del jurado. Premio único: dotación 2.000 euros. El premio no podrá ser declarado desierto. El fallo, que será inapelable, se hará público en el mes de abril y la entrega de éste coincidirá con las actividades realizadas por este Ayuntamiento con motivo del Día del Libro. Cehegín, noviembre de 2006 Para mayor información: Teléfono 968 740 400 o en el e-mail: |
CUPIDO Voy a congelar este momento, voy a parar el tiempo, el aire y los pensamientos, nada en el mundo se moverá hasta que no me escuches. Quiero que te detengas, que pares en seco justo a tres centímetros de esta herida y por una sola vez en tu vida escuches lo que esta carne palpitante tiene que decirte. Mira con atención, ¿ves esto que se agita? Se llama corazón. ¿Ves esto caliente que chorrea? Es mi sangre. ¿Ves estos músculos tiritantes? Son los labios temblorosos de mi herida tratando de hablar antes de la parálisis total. Sólo te pido que te detengas un instante, que pienses por un momento, antes de que llegue el momento culminante y recuerdes cuando todo era nuevo en la tierra. Cuando imaginaba que tú, con tu regordeta figura desnuda, ibas a aparecer de repente y me ibas a transportar a universos felices donde el amor reinaba y poseía y anegaba el mundo, un mundo sin bióxido de carbono, sin piedras en el zapato, sin cuentas por pagar... no lo recuerdas ¿verdad? Nunca tuviste buena memoria. ¡Ni eso tienes! El ayer no existe, el segundo pasado no significa nada para ti, es éste y ahora; bueno y sí así es, que así sea, este es el segundo que importa y en este voy a detener tu vida hasta vaciarme por dentro y llenarte a ti de todo lo que yo vomite. No podrás irte hasta que me devuelvas mi amor, hasta que no recupere el tiempo perdido, la memoria vaga, el momento que me robaste. Sí tu vivías el momento, y cada momento era nuevo para ti, por qué cada minuto vivido por mí, se envejecía, se acumulaba a mi espalda obligándome a inclinar mi cuerpo sobre la tierra. Quiero que restituyas mi pasado, que me devuelvas mis instantes, que borres de mi memoria lo amado y así poder empezar de nuevo, inocente y limpia como me encontraste. Sólo de esa manera descongelaré el tiempo y te devolveré tu misión, de esa única manera podrás volver a volar buscando otro cuerpo, otra carne, otro corazón. Si lo haces, volverás a cruzar el espacio, millones de ojos inocentes están clamando por ti, ¡son tan tontos! Te miran con los ojos cubiertos por el velo del romanticismo, anhelan el instante en que tu portador alado dispare directo al corazón... no saben lo que les espera. ¿Qué? Te horroriza ver mi herida abierta, mi sangre tiñendo el tapete, mis balbuceos incoherentes... lástima, lástima que te de asco lo que has creado, que esta carne provoque tu repulsa, qué le vamos a hacer angelito. Abre los ojos y contempla tu obra... nadie se había atrevido a detenerte en el momento en que cumplías tu función. Ahora, quédate ahí, no tienes otra salida, hasta el fin de tus días llevaras grabadas en tus pupilas la imagen nítida de tu obra. Sé que lo que pido es imposible, sé que no tienes el poder de restituir lo pasado, ya no importa, ahí te quedas chiquitín regordete apuntando a mi frío cadáver.
Por:Gladys
|
Nos Negamos a Morir
Espesura de verdes, de techos multicolores, azulosos, brillantes, de ocaso candoroso y caluroso cobijar; un baño altivo que vierte tus arterias de sales mutantes tornadas en dulzura, vistita tus montes a impetuosa rebeldía, saciando su sed y alentando la fiereza de sus tres brazos. La fértil prestancia de esas tierras benditas sobrepuebla de frutos tu suelo inmarcesible; se hastía tu energía de vigor combativo, trazando los rumbos de aves cantoras, que siembran la semilla de tan impoluto jardín.
Tus valles sudorosos se muestran susurrantes a los coqueteos sensuales de especimenes hambrientos. De gentes afables, anfitrionas insuperables, se cuecen tus escenarios en brioso condimento. Sus manos artísticas, laboriosas incansables, acarician tus pieles y las llenan de vida, manteniendo tu belleza e inmortalizando tus órganos. Cubierto de embeleso, me siento en tu regazo, observando tu contorno de tan fina elaboración. Extasiado, me embarco en tu presencia, absorbido por tu fuerza de vitalidad inconmensurable. Me pierdo en tus formas sin guía discernible y me hago esclavo de tu sabia voluntad.
Entonces, cierro mis ojos, temiendo que tu magia me lleve a tu eterno gobierno. Ya no taciturno y volviendo en mí, se cubre mi mente de odioso pragmatismo y me surge de inmediato una reflexión agobiante. Recuerdo tu insinuante figura y me niego a escuchar las verdades que indudablemente me sumergirán en la pena de saberte ofendida. Lucho contra venenosos ataques de larguísimo alcance, de inhumanas consecuencias, de estrepitoso vuelo, de mortuoria respuesta y, en fin, tan desgarradores al internarse en tí, que rompo en un llanto casi pueril. Suplicante, le grito a esas fuerzas despóticas que cesen su viaje y en medio de pasiones que inmovilizan mi juicio, las invito a pactar la tregua, sin antes percatarme de su vil misantropía.
Todo se torna más dramático, pero tristemente verídico. Pareciese que mis ojos, al abrirse, lanzaran sobre mí efectos narcóticos, que me llevan a la alucinación. Una vez cerrados, esos ojos mentirosos me revelan la situación: tu rozagante imagen se encuentra sometida por siniestros personajes de demagógicas exclamaciones. Su pavorosa actitud irrumpe en la cautivadora campiña que es tu cuerpo apaciguante: Son aves carroñeras de insaciable apetito y te rondan en manada, buscando tus inefables fortunas. Te absorben con premura, concientes de que tu semilla no traería frutos al enclavarse en tierras ajenas. La ambrosía que consumen se les hace más deliciosa, cuando recuerdan la nauseabunda sustancia que emerge de sus paisajes.
Yo, mientras tanto, me hundo en una pena insuperable, pues sufro como mías esas crueles vejaciones. En sangre, dolor y explotación se traducen los saqueos. Las furibundas aguas de tus vertientes admirables no transportan ya su almíbar sino rojizas sustancias que al terror invocan, causando escalofríos y pavidez paralizante. Tus cantoras aves, al exilio se dirigen, mientras tus gentes entregadas se someten a las órdenes de cuervos y otras indeseables criaturas que, amenazantes, apuntan sus picos a la humedad de sus ojos. Siento cómo mi oxígeno se agota en respuesta y cómo el llanto parece ahogarme en su torno abundante. Se enfrascan mis sentires en un dolor insoportable, cuando se rasgan mis pieles, se tensionan mis músculos, se cristalizan mis huesos en gélido clima, me hierve la cabeza que parece explotarme y ni mis ojos se salvan, cayendo en ardores. Un canto fúnebre me ronda los oídos y los sufrimientos me acogen en prolijo establecimiento.
Cómo duele la tierra, pero más duele el dolor, el dolor de ser tan tuyo y tú tan mártir. Entre tanto, se agudiza la crisis que me condena a este estado, cuando las aves invasoras engendran su descendencia. Evoluciona esta última a paso vertiginoso, asumiendo el gobierno de tu suelo inmaculado e instalando sus lacayos en la espesura de tus montes. Un verde olivo se cuela en tu verde original, difuminando tu siembra grandiosa y sustituyéndola, por execrables semillas. Se ríen a carcajadas, soslayando su cinismo con novelescos mensajes de benefactor pacifista
Se revuelven en plétoras que producen tu desahucio, pues el botín lo sustraen de tu opulencia irretratable. Se regocijan al verte abatida, humillada y sin fe, mientras se hinchan como globos comiendo tus manjares. Brindan por su suerte de encontrarte virgen, sin que resistencia alguna impusieras en defensa, pues tan puro fue tu espíritu que no conocías el mal, quien inesperadamente te hizo prisionera. Tus flores se marchitan, tu cielo llora a borbotones y tu aire se hace irrespirable, mientras yo continúo proclive a tan crueles padecimientos.
Banderas libertarias, anhelo me cobijen, revitalizando mi existencia de fuerzas ya casi agotadas. A ritmo imperceptible, se mantiene latente, mi corazón melancólico, como vestigio indecible de mis signos vitales y me es suficiente, para mantenerme combativo. A esfuerzos sobrehumanos expreso mi grito, en consigna emancipadora. Convoco a Guevaras, Torres, Cienfuegos, Bolívares, Trotskys, Gaitanes y cuanto altruismo heroico inspire mi lucha. Pero mi voz es inaudible y mi fe nociva, pues olvido su condición de simples hombres, ya inscritos en una historia irrepetible.
Entonces reflexiono y vuelvo a pensar en tus hijos amorosos, aún oprimidos por fuerzas hegemónicas. Los invito a la pugna, sin dudar de su respaldo, pero la frustración me invade al tenerlos en contacto. Las aves invasoras, les mantienen alienados, garantizando con ello, la permanencia ilegítima de su autócrata gobierno. Aún más indignante, advertir que es tu propia descendencia quien te destruye a pedazos.
Se nos agotan las fuerzas y no vislumbro soluciones. Tu sangre y mi sangre se mezclan en tu suelo ya casi desierto. Se convierte este en un crisol de fluidos putrefactos, que atestiguan la tragedia a la que nos vemos sometidos. Las marcas de nuestros cuerpos nos muestran moribundos, ya resueltos al deceso final, en medio del goce de las aves carroñeras. Febriles, cansados y entregados. Parecemos vencidos, prácticamente inexistentes.
Aún condenados, resistimos su ímpetu, resistimos nuestra enfermedad mortal y nos aferramos con ahínco a los tenues signos que prueban nuestra vida. Desde el ocaso, mantenemos la esperanza y nos negamos a la derrota, conservando la quimera de la libertad.
Por Giovanni González Arango |
24 DE NOVIEMBRE DÍA SIN COMPRA EN LAS GRANDES SUPERFICIES Desde 1992 muchos movimientos ecologistas y de Derechos Humanos están promoviendo el día mundial sin compra, no como una revolución sino como un llamado de atención y una crítica al modelo de consumo despilfarrador que nos está conduciendo al colapso social y ambiental. La Dirección |
Artículos anteriores en Noviembre del 2006
- La viuda II (21 de Noviembre, 2006)
- Viuda (20 de Noviembre, 2006)
- Convocatoria (20 de Noviembre, 2006)
- Recomendado (17 de Noviembre, 2006)
- No recomendado (17 de Noviembre, 2006)
- Recomendado (16 de Noviembre, 2006)
- sin titulo (16 de Noviembre, 2006)
- Uno es el poeta (15 de Noviembre, 2006)
- Reseña literaria (14 de Noviembre, 2006)
- minis (14 de Noviembre, 2006)
- 7:30 a.m. (14 de Noviembre, 2006)
- A mil manos (14 de Noviembre, 2006)
- Sin título (14 de Noviembre, 2006)
- Sin título (14 de Noviembre, 2006)
- EN LA PALMA DE TU MANO (9 de Noviembre, 2006)