Cuervos Mi pareja, mi hijo y yo damos un paseo por la ciudad. Llegamos a un pequeño parque y vemos a un grupo de personas observando a unos funcionarios. Siembran árboles, remueven la tierra y liberan a los cuervos...están en peligro de extinción. Los hombres toman con su mano los nerviosos cuerpos de los animales, les revisan las plumas y los depositan en el suelo. Éstos, con sus patas inseguras, se tambalean, se caen de pico, estremecen sus alas y vuelan, por fín; uno que otro se decide a hurgar con el pico la tierra en busca de gusanos. Mi pareja y mi hijo han desaparecido. Creo que se fueron a buscar algo. Yo me quedo esperándolos. Llega un niño volando, le acaban de regalar sus alas, da cortos vuelos, cae, se levanta, su cuerpo se recorta sobre el atardecer. Su madre consigue hacerlo bajar, pero se niega a comer sopa de fideos. Yo pienso que ya es hora de que lleguen, a un hombre se le cae un bigote y yo lo guardo en la palma de mi mano. Llueve. Voy a buscar a mi pareja y a mi hijo, me pierdo entre barrancos que suben y bajan, es como si ellos quisieran que me perdiera... El bigote del hombre sigue en la palma de mi mano y se humedece con mi sudor, vuela un cuervo, lleva en su pico mi argolla de matrimonio. Por: Silencium |