Nunca quiso darse por vencido, multitud de veces abrió la pasta, y comenzó a mirar esas letras, pero no podía pasar de la introducción.
Fue pasando el tiempo, y las pastas se convertían en tapas duras, y las letras, en seductoras frases que atrapaban irremediablemente aquellos ojos, que investigaban con ahínco las ideas que pretendían esconder sus autores en aquellos párrafos. Su imaginación aumentó leyendo estas letras, y comenzó a escribir y a leer… Y sus ideas se apoderaron de folios y pantallas. Comenzó a ser leído por otros mirones, al tiempo que él iba espiando las vidas de las gentes que le rodeaban, leyendo su día a día. Se había convertido en un experto lector de la raza humana.

 

Por:Inferno