EL LECTOR RENACUAJO
Él no me exige el tema del
cuento, ni que el protagonista se llame como él; tan sólo quiere ser lector de
oídas. Él no desea que al final se casen la dama y el caballero, ni que el malo
muera o sea encarcelado entre paredes ahuesadas de noventa gramos; tan sólo
necesita colorear un poco el cielo cuando está nublado. Él no sabe ni quiere
saber de grandes entramados de sorpresas, de redes tejidas por mil arañas ni de
problemas eternos que, al sumar cien, se resuelven en las páginas finales; tan
sólo necesita mirar mis ojos para sentirse seguro bajo la manta, oír las
caricias mágicas del bosque para cerrar sus ojitos. Y, lo más importante, Él no
necesita que mi historia termine, pues le basta con pasar cinco minutos leyendo
mis labios, para bajar sus párpados soñando con un lobo que habla, un duende
que salta o un hada que sonríe, sabiendo, además, que mañana volveré para
contarle otro cuento para que se duerma.
Por: Cerrolaza