Mayo del 2007
![]() EN EL CULO DEL
MUNDO Este libro,
publicado en 1979 por primera vez en portugués, cumple 28 años, de estar vagando por el mundo y
coincidencialmente llegó a mis manos gracias a la iniciativa de ciertos Ayuntamientos, en materia de intercambio de libros. Eso de poder acceder a
un libro sin que nos afecte al bolsillo, es muy satisfactorio, hablo de los ya famosos trueques
de libros que se promueven en varias ciudades del mundo como Santiago de Chile,
Bogotá, Madrid o Barcelona. Mi conocimiento de
la obra de Antunes, es más bien escaso,
sólo algunas reseñas literarias en Babelia, alguna entrevista, frases sueltas
de algunos de mis amigos y poco más. Por eso mismo y con la certeza de que
jamás podré leer todo lo que deseo, asumo la lectura de autores desconocidos
con una pasión propia de adolescente, conteniendo a duras penas el afán por
terminarlo y lanzar al viento mis muy personales apreciaciones con el fin de que otros lectores,
más experimentados o conocedores de determinada obra, compartan conmigo y con nuestros
blogueros sus lecturas. Así con ese temblor
en las manos empecé a leer “En el culo del
mundo”, en él, Antunes nos narra la experiencia de su protagonista en la guerra
de Angola, habla de los efectos de la violencia que tiene que soportar el hombre, y como ésta, se convierte en un factor determinante de la identidad
individual y colectiva de los seres humanos, un factor que quienes conviven con
la guerra, no alcanzan a analizar con la debida distancia, aunque, por entre
las rendijas de la conciencia, se vayan
colando preguntas incontestables: ¿Cómo serán esos seres humanos formados en la
guerra? ¿Serán capaces de amar?, si sobreviven, ¿Serán capaces de vivir sus
vidas libres de rencores y venganzas? ó ¿Están condenados a repetir su
violencia por siempre? ¿Educarán a sus hijos para continuar su legado
sangriento? ¿Cómo puede vivir alguien en la guerra desprovisto de afectos, de
caricias, de ternuras cotidianas?, ¿Asesinar a un hombre mejora una sociedad?. En un documental
sobre la guerra en Sierra Leona, uno de los refugiados contaba como los
guerrilleros le habían obligado a matar a su propio bebé a golpes de mortero,
en presencia de su madre; este testimonio de un hecho cruel, sádico, se queda
pálido ante la contundencia de las palabras suaves y mesuradas del hombre que
lo protagonizó cuando culmina su intervención diciendo “cuando dos elefantes
pelean, sufre la yerba y jamás vuelve a crecer”. Ese es el destino de la naturaleza humana sometida a la violencia,
esa es la desesperanza del hombre arrullado por las balas. Sin embargo,
volviendo al protagonista, recapitulando sobre su proceso de asimilación ante
la crueldad de sus compañeros de batalla, logran salir, como rayos
esperanzadores, experiencias humanas que contradicen la maldad engendrada por
la violencia como esto: “las mujeres
negras, Sofia, permanecen silenciosas mientras paren, silenciosas y serenas en
las esteras a medida que la cabeza de un hijo irrumpe despacio del espacio
entre los muslos, gana forma, se abre paso, un hombro se desembaraza del
pliegue del útero que lo retiene, el tronco se desliza fuera de la vagina como
el pene después de coito, en un único movimiento implacable y preciso, sin
dolor, sólo la tenue separación de dos vidas…” En el culo del mundo, no es sólo Angola, son todos los países en guerra, es el país que viven diariamente todos los hombres, mujeres y niños que tienen la desgracia de haber nacido en zonas de conflicto, ni más ni menos que en el culo del mundo. Por: Ágata
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![]() Mujer 1: Si es que tengo una mala suerte con los médicos Mujer 2: ¿Y eso? Mujer 1: No sé, nunca aciertan con nada, es como si experimentan con uno, si me dan una crema. me da alergía, las pastillas me hacen doler la panza, las inyecciones se me infectan ... Todo mal y eso sin contar la desesperación que me da el hacer colas, pedir citas, que me pondrán en seis meses, cuando ya no me duele nada... un verdadero desastre. Mujer 2: ¿Y entonces qué haces? Mujer 1: Me automedico, yo soy la única que sé lo que me hace bien. Por: Te vi F1 Portal Sur |
![]() Georges Rémi creador del más famoso periodista de los comics, enriqueció su mundo de viñetas con personajes entrañables como Milú, su perro de compañía, el capitan Haddock, la famosa pareja despistada conformada por Hernández y Fernández, el profesor Tornasol, llenando nuestras mentes infantiles de aventuras desquiciantes, a las que hemos seguido siendo fieles a pesar de que los años ha hecho ya estragos en nuestros maltrechos cuerpos. Rèmy nació el 22 de mayo de 1907 en Etterbeek, una comuna de Bruselas. Hijo de una familia más bien modesta. En 1924, firmó sus primeros dibujos con sus iniciales invertidas, 'RG', una rúbrica que derivó muy pronto en Hergé, a partir de la pronunciación en francés de las mismas. En 1926, creó para los 'Boy-Scout' belgas el personaje de Totor, cuyas aventuras eran un anticipo de las de su héroe fetiche, Tintín, quien vio la luz por primera vez en enero de 1929 en las páginas del Petit Vingtième, el suplemento para jóvenes del diario católico belga Le Vingtième Siècle. Desde su primera aventura, 'Tintín en el país de los Soviets', y la segunda, Tintín en el Congo' (1931), el público dio un cálido apoyo al personaje. Tras 'Tintín en Estados Unidos' y 'Los cigarros del Faraón', Hergé decidió enviar a su héroe a China. Gracias a los consejos de un joven estudiante chino que conoció en Bruselas, Tchang Tchong-jen, Hergé dibujó su primer álbum dotado de un sólido escenario, 'El loto azul', en el que se puso del lado del pueblo chino contra la ocupación japonesa. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hergé adoptó su decisión más funesta, al publicar nuevas aventuras de Tintín en el diario Le Soir de Bruselas, por aquel entonces en manos del ocupante nazi. Este trágico período quedó marcado también por la llegada a la madurez de la obra del padre de la "línea clara", con la publicación de algunas de sus mejores aventuras: 'El cangrejo de las pinzas de oro', 'El secreto del unicornio', 'El tesoro de Rackham el rojo' o 'Las 7 bolas de cristal'. De aquella época data además una historia, 'La estrella misteriosa' (1942), que le valdría ser acusado de antisemita, algo que siempre negó. Después de la guerra, Hergé volvió rápidamente a los primeros planos, ya que el éxito de Tintín alcanzó el ámbito internacional, aunque el artista, saturado por el trabajo y aquejado de problemas personales, inició un período de larga depresión que afectó su producción. De todos modos, logró mostrar su faceta de gran precursor enviando a Tintín a la Luna quince años antes del astronauta norteamericano Neil Amstrong. Con 'Tintín en el Tíbet' (1960), Hergé se abrió a la filosofía oriental, traduciendo sus angustias existenciales en el que es considerado como su álbum más personal. En la década del 70, los honores se multiplicaron aunque Hergé no encontró en aquellos años su mejor inspiración. El 3 de marzo de 1983, murió como consecuencia de una leucemia, sabiendo ya que Spielberg quería adaptar su obra. Lamentablemente aún los seguidores de este famoso periodista tendremos que esperar unos cuantos años para verlo en patalla grande metamorfoseado por la técnica informatica. La Dirección |
![]() "¡Es increíble abrir los ojos cada mañana!." "Lidera cada una de tus acciones como si nadie pudiese encontrar las rendijas." "¿Qué duende tira de mis párpados hacia abajo?, ¿qué brujo usó su poción para mantenerme dormida?" "Deliciosos sabores de conversaciones y gestos, la amistad es un exquisito manjar." "Prefiere la luna ser un regular movimiento para alterar disimuladamente todos los sentimientos."
"Cubre las manos de quien, ya sin dedos, sigue dándote esperanzas."
"Fueron
tantos los siervos que desapareció el rey" "Ruegos
que no se escuchan porque no se dirigen a nadie, súplicas al viento que vuelven
como ecos de voces roncas. Sueño con cristalinas aguas que reflejen únicamente
la esperanza." "Juguemos
a un juego, las preguntas y los dados
están trucados pero no son falsos." "Flores en
los caminos, piedras cubiertas de aromas y colores, el sonido del agua
acompañará tus pasos."
Por. Charo González
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Carmen vive en el quinto piso, desde su
ventana ve al gordo, calvo y pechi-peludo vecino; observa sus cochinas rutinas,
sabe cuando se levanta, la manera lenta en que lleva la mano hasta los ojos y
lo que hace luego con sus legañas. Sabe también cuanto tarda en arreglarse el
calzoncillo, siempre el mismo modelo de franela blanco que debe conseguir en
tiendas para ancianos pues esos hace tiempo que dejaron de fabricarlos. Después,
desaparece unos cuantos minutos, Carmen imagina que va al baño, luego irá a la
cocina y del fondo oscuro de la vivienda regresa con una humeante taza de café
y se acomoda en el balcón a vigilar él también la madrugada. Carmen se esconde tras las cortinas y se
dice que mañana temprano ella también se preparará un café para no perder ni un
minuto de vista a su vecino. No soporta verlo saborearse mientras ella pasa
saliva escondida. Cuado el vecino ha terminado, deja la taza
suavemente sobre la baranda del balcón y echa una última mirada a la calle que
ya empieza a clarear, justo cuando el vecino de la tienda de electrodomésticos
de la esquina, se acerca por la acera con las llaves en la mano. El sonido metálico de las rejas dan
comienzo a la mañana laboral, el vecino de enfrente da la espalda a Carmen y
desaparece, Carmen igual se aparta de la ventana, recoge su piel de mujer mayor
y se dispone a esperar que las horas pasen, hasta que la oscuridad le devuelva
la alegría de esos instantes de contemplación todas las madrugadas de su vida. Carmen jamás se ha preguntado que hace su
vecino cuando es tragado por el interior de su casa, qué vida tendrá, si
trabajará o se dedicará a leer revistas porno mientras llega la hora de salir a
dar un paseo por el parque o por la avenida. No, para ella, ese señor maduro
solo existe de cuatro y treinta de la madrugada a seis de la mañana. Lo demás no importa. A las cuatro y veinte de la madrugada, una
mano gruesa, callosa y con algo de vello se estira lentamente hasta oprimir el
botón de la radio. La voz suave de la locutora da los buenos días a los
radioescuchas y lee el menú del programa: educación a distancia: hoy tendremos
ciencias, matemáticas y lenguaje. Unos ojos marchitos se cierran mientras la
locutora va desgranando los elementos de la ciencia, mientras la mano callosa,
gruesa y velluda busca despertar a su pene, sabe que es tarea ardua, que cada
día tiene que emplearse más a fondo, entonces piensa que en esos momentos su
vecina de enfrente estará saliendo de sus sueños, que su mano también bajará a
su pubis y se sonríe, pues imagina que ambos tienen la misma dificultad para
despertar sus respectivos sexos. Luego ella se levantará, no sin antes oler
su mano mientras evoca los recuerdos sexuales de su antigua vida; después
pasará esa misma mano sobre sus cabellos – a propósito, creo que lleva dos
meses sin teñírselo – se lo recogerá con un cordón y caminará a oscuras por el
pasillo hasta llegar a la ventana, entonces él sabrá que es el momento, sabrá
que debe levantarse, limpiarse los ojos, arreglarse un poco los calzoncillos,
ir al baño, prepararse el café y salir al balcón. Ella lo contemplará detrás de las cortinas,
esperará paciente a que se tome el café y después nada. - Deja de existir para mí, como yo para ella -. Por: Gladys |
Empecé a conocer la literatura de Ishiguro
por casualidad; un día que no tenía nada que hacer, entré a la biblioteca de
Las Palmas y allí en medio de los anaqueles, con tantos libros a mi disposición,
me sentía desolada, ¿qué leer? Finalmente, el autor y yo nos tomamos el
último sorbo de café. Cierro el libro y en mi cerebro queda
grabada la siguiente frase: “usted solo ve pasar las cosas, sin pararse
a pensar en lo que significan”.
Todo parece claro, sencillo, real y
entonces creo que la verdad empieza a aparecer en la obra de Ishiguro, en ese
convencimiento me mantengo la primera parte del libro, claro que de vez en
cuando van apareciendo ciertas frases, ciertas acciones que me llaman la
atención, pero que no alcanzo a juzgar con plena conciencia y así, de un
momento a otro siento saltar la mentira como si de fuegos artificiales se
tratara, ahí está, no solo una, toda una gran mentira y me doy cuenta que estoy
leyendo una novela de ciencia ficción. ¡Vaya, vaya con el autor! ¡Qué jodido! Sí, es una obra de ficción, pero lamento
desilusionar a los amantes del género que buscan robots rebeldes, vengadores o intrincadas
traiciones a la raza humana. Nunca me abandones es “una utopia gótica, fábula (in)
moral, peculiar ciencia ficción científica con ecos de Blade Runner y de
Soylent Green…” según la reseña consignada en la portada. “Qué tenía de especial esa canción? Bueno,
lo cierto es que no solía escuchar con atención toda la letra; esperaba a que
sonara el estribillo: <<oh, baby, baby, baby…nunca me abandones…>>
y me imaginaba a una mujer a quien le habían dicho que no podía tener hijos, y
que los había deseado con toda el alma toda la vida. Entonces se produce una
especie de milagro y tiene un bebé y lo estrecha con fuerza contra su pecho y
va de un lado para otro cantando: <<oh, baby, baby, baby…nunca me
abandones…>>, en parte porque se siente tan feliz y en parte porque tiene
miedo de que suceda algo, de que el bebé se ponga enfermo, o de que se lo
lleven de su lado. Incluso en aquella época me daba cuenta de que no podía ser
así, de que tal interpretación no cuadra con el resto de la letra. Pero a mi no
me importaba. La canción trataba de lo que yo decía, y la escuchaba una y otra
vez a solas siempre que podía”. Por: Ágata |
El arquetipo del macho alfa
en la especie humana podría muy bien estar representado por Humprey Boggart
(seductor), Groucho Marx (provocador), Cortázar (intelectual), Fidel Castro
(líder), Hemingway (vital) o el hombre Marlboro (aventurero ) y los seis
malditos fuman en cantidades industriales. A pesar de tantas campañas tontas
para desestimular el consumo, prevalece la idea de que un hombre, un verdadero
hombre debe fumar. Raro, sí, porque el cigarro es un objeto fálico, pero hasta
Freud fumaba y eso es suficiente excusa para evitar perderse en los laberintos
del sicoanálisis. Por: Ricardo
Abdahllah
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Tania escucha la voz del viento
Cuando salió de casa, Tania vio en
el cielo dos delicadas bestias grises luchando por una corona de oro y pensó
que era un buen augurio. Sintió una primera gota en la mejilla al poco de
llegar a la parada del autobús; se resguardó tímida de los golpeteos que se
iban tornando cada vez más rápidos y fuertes, pues pronto toda la calle se
inundó con el olor de los naranjos mojados. Las madres corrían a refugiarse de
la violencia del agua mientras dejaban a sus niños felices, sin amparo de manos
o paraguas, sobre los recientes charcos. Arriba todo era ahora oscuro. Tania recordó
con satisfacción las sagradas palabras del Veneidrime Ayapanuhivera: “La verdad
se encuentra bajo el cielo velado; la mentira, en el sol radiante”. La gente se
agolpó sobre el autobús, que apareció de repente, sin ruido, desbaratando los
pensamientos de Tania y despidiendo el agua del asfalto sobre todos ellos.
Cuando subió comprobó que la extraña estampa seguía en el bolsillo; la miró una
vez más con detenimiento: parecía el dibujo muy antiguo de un extraño hombre
con un pelo rizado y superlativo. Aparentaba ser una caricatura algo
descolorida. ¿Cómo lo había llamado Luis? Ahora no lo recordaba. No alcanzaba a
comprender que una cosa así pudiera costar tanto dinero, el suficiente al menos
para poder conseguirse un arma. De repente un escalofrío la recorrió de pies a
cabeza: el arma. La munición también, por supuesto. Y tendría que obtenerla de
unos cenobitas, precisamente. Tania reprimió un nuevo estremecimiento. Al fin
llegó a la parada que le había indicado Luis. Al bajarse se dio cuenta
demasiado tarde de que se había olvidado el paraguas dentro del autobús. Corrió
a refugiarse bajo un portal; la gente esquivaba, gris, cualquier mirada.
Comprobó que el número del portal coincidía con el que estaba buscando. Era
aquí, entonces. La puerta se encontraba abierta y subió directamente hasta el
piso catorce. Había un olor extraño en todo el edificio, como a almendras
fritas con mucho aceite de girasol. Pero todo estaba en silencio, ni un llanto
de niño, ni una carcajada, ni un suspiro. Sólo el agua, inmisericorde,
golpeando la ciudad. Tocó a la puerta y le abrieron al instante. Ante ella
aparecieron dos gemelos que parecían albinos. Por: Rafael Calmaestra |
![]() Hombre 1: ¡Y ya verá la que nos cae encima con el tratado ese! Hombre 2: Ahí si que nos vamos a quedar sin trabajo. Hombre 1: Lo malo es que eso siempre ha sido así. Fíjese mi papá tenía una polvorera y le tocó cerrar porque empezaron a traer pólvora de otros lados y regalada. Así no se puede. Hombre 2: Ya verá lo que pasa con las fábricas de tela, cuando las traigan de la China. Y encima, bien malas que son. Hombre 1: ¡Si es que no hay derecho! Por: Te vi F1 Portal Sur |
![]() Era viernes, 9 de abril
de 1948, en la fría capital colombiana y nadie imaginaba aún la tormenta
que se avecinaba. No cesaban de ondearse las banderas del pueblo gaitanista, aún
regocijado por las infinitas virtudes de su caudillo, quien en una espléndida
defensa, acababa de conseguir la absolución del teniente Cortés, juzgado por
disparar y dar muerte al periodista Eudoro Galarza Ossa, según lo profirió el
fallo, en defensa legítima del honor del Ejército Nacional. |
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