18 de Agosto, 2007
"Somos presencia, amor, reconocimiento y omnipotencia. Constantes principios y eventuales finales. Eterno devenir nutriéndose de la libertad del ser. Somos al ser en nosotros y siendo entre nosotros." "Ante los silencios reconocimiento, ante las palabras pensamiento, cimientos de comunicación que sostenta el sentimiento." "Tengo certeza del paso y dudo en la dirección del giro pero la música nunca deja de sonar." "Figuras sin defenición en sus límites para continuar sus contornos cuando necesitemos adaptar nuestra realidad." "La oscuridad de las piedras, los agujeritos de sol dibujando en pizarras de distintas texturas, la vida en luces y penumbras." |
Visité el Safeway de Ocean
Beach un par de veces con cualquier excusa, generalmente increíble, como que
repentinamente había querido ir a comer buffalo wings junto al molino holandés
o algo así, sólo para ver a Valentina. Le di la dirección del bar por si acaso
quería visitarme. Michelle se había ido a Los Angeles sin avisarme y me mandó
una postal diciéndome que vivía en un cuarto compartido y en las noches la
ciudad, como San Francisco, se cubría de niebla. No tenía dirección y pensé que
nunca más sabría de ella. Tal vez luego se iría a buscar a una hermana perdida
que tenía dando vueltas por suramérica. La partida de Michelle me agravó el
pesimismo y como el bar no despegaba retomé a medio tiempo mi antiguo empleo en
un hotel cerca de Union Square. En otra época había sido un hotel elegante pero
ahora, a pesar de que todas las habitaciones tenían bañera y buena vista del
centro de la ciudad, su clientela estaba compuesta por turistas en viaje de
bajo presupuesto que preferían, a pesar de todo, un cuarto privado a los
hostales de |
Una
mañana, cuando las cobijas aun conservaban sus átomos esparcidos entre sus
pliegues, Javier sintió que algo parecido a lo que imaginaba era el valor se
había anidado en su ser y se sintió feliz. Rápidamente recogió sus partículas,
las unió firmemente y desenredó sus piernas de entre las sábanas. Su cuerpo
olía a sexo y eso que no había practicado sus viejos rituales desde hacía
varios días, sin embargo ese olor lo envolvía como una segunda piel. Por un
instante dudó, qué tal que otras personas se dieran cuenta de su olor en cuanto saliera a
buscar el desayuno. No le importó. Era más urgente lo que tenía en mente. Al
salir de la ducha, se vistió sin pensar mucho en lo que se ponía, una camiseta
y unos pantalones estarían bien. ¿Quién se preocuparía de la moda en esos
instantes? Victoria Beckhan, sin duda, pero ella estaba en los Estados Unidos bebiendo
champan en una gradería de fútbol e ignorando olímpicamente su existencia.
¡Esta bien que sea así! Después
de peinarse con los dedos, volvió a su cuarto, abrió el armario, sacó las cajas
de cartón empolvadas, fue seleccionando objetos llevado más bien por la
intuición. ¡A la mierda la razón y la lógica! Ésta sí, ésta no. Uno a uno iban
cayendo sobre la cama. Luego corrió a su escritorio, después a un armario que había en
el pasillo y que no abría desde hacía varios años, buscó luego en el salón, en
el comedor, en su mesilla. No importaba en qué lugar se hallaban. Todos los
objetos volaban por al apartamento y aterrizaban en su cuarto. Al
cabo de un par de horas ya no se podía ver la cama, se hacía difícil entrar a la habitación. Juntó
las cosas y fue formando bultos que ataba con
lo que encontraba a mano. En eso empleó todo el día. Al anochecer
decidió meter los objetos en el coche y se dirigió a la playa. Allí, abrió
agujeros en la arena donde colocaba los objetos. Luego los cubría totalmente
esforzándose en que no se notara lo que
ocultaban, sin embargo, inconscientemente, antes de irse se preocupó de
cercar los lugares de sus entierros con pequeñas tablas de madera encontradas
por ahí. Al
amanecer, cuando las cobijas aun conservaban sus átomos esparcidos entre sus
pliegues, Javier sintió que algo parecido a lo que imaginaba era el pánico, se
había anidado en su ser y se sintió aterrorizado. Con
el último bocado de la masa de los panecillos entre su boca, sintió que debía
ir a la playa. Raro, porque a el no le entusiasmaba mucho la idea de tostarse
al sol, pero sus pies eran más tercos que su razón. Allí,
frente a él, alguien había colocado tablas de madera cercando ciertos
montículos en forma de espiral. La
luz de sol agonizaba ondulante sobre el mar, Javier contempló esos montículos
cercados, supo que ahí estaba oculto el secreto de su existencia, y algo
parecido a la felicidad… Por
un instante tuvo el impulso de quitar las maderas, de desenterrar lo que
ocultaban, pero se detuvo, miró al mar y decidió caminar por esa superficie
agonizante hasta rozar con sus dedos el sol en el último estertor. Menos
mal que en el último momento se le había ocurrido otro argumento impostergable.
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María
calcula el infinito espacio que hay entre el lugar donde está y el sitio a
donde debe saltar para alcanzar el cielo. Lanza la piedra aplanada que escogió
con mucho cuidado para jugar a la rayuela, la acaricia como dándole la orden de
respetar los límites establecidos dentro de las reglas del juego. La lanza y
contempla con gozo como ésta le obedece y cae justo en el recuadro del cielo.
Ahora es el momento decisivo, lanza su cuerpo al aire y sus piernas temblorosas
caen justo un centímetro antes del borde. Un descuido y habría perdido. María se pregunta cómo llegó a sus manos esa piedra plana mientras intenta secar las lágrimas ante la tumba de su amor. Por: Selvática |
Así
que mañana empiezo a construir mi mundo feliz, en una ciudad invisible. No sea
que algún listo me robe la idea. ¡Salud! |
Conversaciones con Billy Wilder
![]() Conversaciones con Billy Wilder Nada más adecuado para nuestra lánguidez veraniega que un
libro inteligente, ameno, divertido y revelador, que satisface nuestro
intelecto mientras saboreamos un cubata bien helado, cómodamente atrincherados
en una hámaca y acaricados por la brisa
del mar. No podía ser menos cuando se habla de un ser humano como Billy Wilder
* y con un interlocutor como el no menos interesante director Cameron Crowe,
director, entre otras películas de Jerry Maguire. Por eso, si le gusta el cine,
este libro le abre las puerta al millón de detalles que se ocultan tras las
cámaras. He aqui algunos botones de muestra: "CC. De todas las actrices de sus películas, ¿por cuáles
sintió más afecto?" "B.W. Me gustaba trabajar con Audrey Hepburn...Y, aunque
fue en una película muy mala (Bésame, tonto), como ya he dicho, me gustó mucho
Kim Novak. Tengo afecto por todas mis actrices, excepto, tal vez, Marilyn
Monroe, y eso era cuando me había hecho esperar un día entero, o incluso tres
días a veces. (Pausa) Pero era fantástica cuando rodaba una larga escena de
diálogo sin equivocarse ni una sola vez. Me gustaba su cadencia al hablar. Me
caía bien. Al final, la esperaba y me tragaba mi orgullo." "...La última escena de Con faldas y a lo loco la escribimos un fin de semana n el estudio. No la teníamos. Teníamos a los dos héroes que escapaban y saltaban a la motora de Joe E. Brown. Y un poco de diálogo entre Marilyn y Tony Curtis. Luego llegábamos a la revelación, cuando Jack Lemmon dice: <No puedo casarme contigo porque ...fumo>. Y, por fin, se quita la peluca y dice: <Mira, soy un hombre>. Necesitábamos una frase para Joe E. Brown, y no dábamos con ella. Pero, en algún momento de la discusión, al principio Iz había propuesto: <Nadie es perfecto>. Y sugerí, vamos a usar esa frase. En el preestreno, en Westwood, el oúblico estalló. Era divertida esa forma de hacer cine.” Y si de pronto, al recorrer sus páginas, sientes las
ganas de ponerte a escribir un guión, aqui te transcribo algunos consejos del
admirable Willy Wilder. ¡Salud! "1.- El público es voluble. Por: Ágata * Filmografía de Billy Wilder: |