María calcula el infinito espacio que hay entre el lugar donde está y el sitio a donde debe saltar para alcanzar el cielo. Lanza la piedra aplanada que escogió con mucho cuidado para jugar a la rayuela, la acaricia como dándole la orden de respetar los límites establecidos dentro de las reglas del juego. La lanza y contempla con gozo como ésta le obedece y cae justo en el recuadro del cielo. Ahora es el momento decisivo, lanza su cuerpo al aire y sus piernas temblorosas caen justo un centímetro antes del borde. Un descuido y habría perdido.

 

María se pregunta cómo llegó a sus manos esa piedra plana mientras intenta secar las lágrimas ante la tumba de su amor.

Por: Selvática