Cada
trago lleva en su interior la dosis perfecta para alcanzar el olvido. Desde las
nueve de la noche a las tres de la madrugada Luís logra apaciguar los tic tacs
de su existencia. Sin embargo, en el resquicio de sus lagunas la imagen de una
maleta, encontrada una fría madrugada en una calle de su ciudad natal le
recuerda la deuda contraída. Debe
entregar esa correspondencia. De ella depende la felicidad de cierta persona,
pero no lo hace. Se da miles de razones para justificar su inmovilidad… si al
menos esa persona no fuera él, podría intentarlo. |