17 de Noviembre, 2007
Tuvo siempre muy claro desde
niño que quería ser rico en cuanto fuese
mayor. Sus maneras apuntaban ya en el colegio, haciendo trapicheos con
todo lo que caía en sus manos, era el único niño del colegio que manejaba mucho
dinero, puesto que juntaba la paga de sus padres con el dinero sacado por sus “actividades
extraescolares”. Su inteligencia y capacidad para el saber, no corría a la
par con su olfato para los negocios, éstos cada vez eran menos claros y más productivos.
Al cumplir los 19 años, tuvo una pequeña crisis productiva,
debido a que sus proveedores escaseaban, por lo que perdió gran cantidad de
clientes por conseguir drogas de todo tipo. Le llegaron informaciones de un
proveedor muy importante en una ciudad Europea. Rápidamente cogió un avión y
tras pasar un fin de semana intenso, cerró el trato como nuevo cliente. En cuanto llegó a la antigua localidad que le vio nacer,
fue al Banco a pedir un préstamo por la cantidad exigida por el nuevo proveedor,
60.000 €, presentando como aval una empresa ficticia de importación y
exportación de material de oficina, llamada Papex. El negocio le estaba saliendo redondo, porque el aval de
los proveedores, se cubría con el préstamo del banco; y el préstamo del banco
con el aval de la mercancía. Lamentablemente no contó con el factor sorpresa, por
aquellos días la policía había abierto
una operación antidroga, él se cruzó en su investigación y cayó como pajarito
en la trampa, esta operación antidroga se hizo llamar Incauto, con este nombre se desarticuló la red
europea que trabajaba en esos momentos con mayor intensidad. Hoy, nuestro amigo, cumple condena en una macroprisión, y
ha montado un negocio de sexo, la principal mercancía es su propio cuerpo, sus
clientes: los presos con deseos de desfogarse. |
![]() "Tendrás tantos mapas como pidas, tantas indicaciones como necesites en los cruces, pero no olvides que sólo tú llevas las riendas del carro y que las rotondas son perfectas para pensar la dirección mientras se va girando."
"Por vidas tránsito de compositores de melodías silenciosas vibrando en cada decisión." "Manos de viento sostienen mi sueño de agua que nutre raices." "Fuentes del néctar que alimenta a los espíritus volved a brotar y no tardéis"
"Nos hacemos preguntas que no responderá nadie y contestamos preguntas que nadie nos preguntó" Por: Charo González
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¿A qué mujer se le ocurre guardar sus
caderas en una maleta y dejarla olvidada en medio de la calle? ¡Hay que ver lo poco que se cuidan algunas! Por: Ana |
Gracias a todos nuestros amigos por enviarnos sus maletas llenas de sueños. Estas son las últimas y bienvenidas!!! |
Un
telón de fantasía, una niña hermosa que come mocos, ganas de vomitar, la niña
crece, es una mujer y tras ella aparecen una pantalla con dos columnas muy
definidas: permitido – prohibido, un plano con puntos en verde, y en rojo. Las
cosas permitidas pasan a una velocidad vertiginosa. NO se puede leer; en cambio
las no permitidas van a cámara lenta. Instintivamente vuelve a comer mocos. La
vergüenza le nubla la vista. Sólo puede ver letras en rojo. … y la vida se agota. Ahora es una hermosa planta llena de piojos y no hay insecticida que valga. Amanece con dolor de estómago y con una necesidad asfixiante de dedicarse a cosas prácticas. Por Gladys |
No hay que despistarse ni un segundo pues el
maldito ojo del universo nos acecha. Si dudan de mi aseveración, recuerden los
sucesos más recientes: un chico argentino en un metro intentando pasar
desapercibido, un rey que pierde los estribos, un político que habla de un
sobrino… por no recurrir a la prensa rosa. De eso a saborear las mieles del éxito sólo hay un paso: el chico argentino podría escribir un libro sobre por qué no socorrió a la chica y vendería millones, tantos que por fin el mote de sudaca se desvanecería ante el color de los billetes, el Rey, o su periodista de cabecera, explicando por qué lo mandó a callar en ese tono, el político llenaría páginas, montones de páginas explicando por qué no debemos preocuparnos por el calentamiento global. Los ejemplos dan grima: los premios literarios (léase el último finalista del Planeta, que es el más jugoso, quizás por el remordimiento de estar asesinando la literatura), los mangantes en sus autos de lujo, los asesinos millonarios que pueden pagar excelentes abogados… No exagero, así es el éxito. Y da miedo, no por el éxito, sino por formar parte de una sociedad que premia semejantes despropósitos. La Dirección |