2 de Diciembre, 2007
Claro,
estaba tan embelesado con mi sueño que aquella noche no percibí que era
especial, ahora que lo pienso, había algo en el ambiente, pero no le hice caso.
Me subí a ese metro, vi cómo la golpeaba. Me agaché, me escurrí. Si hubiera
sabido que iba a salir en la tele. |
Tengo
una caja de ciruelas para vender a la orilla del camino. Les quito la piel con
los dientes y saboreo el ácido de su pulpa con mucho placer. Por: Selvática |
"Durante la espera la niebla
espesa,.....propio o impropio del que aún persiste,..... en el paso la niebla
acorrala al indeciso."
Por: Charo González |
Hermanos míos, más bien escuchen a Marcos Witt
![]() Era
sábado por la tarde. Un sábado encadenado a su vida solitaria. Decidió salir a la calle. Caminar
por algún sitio de la ciudad donde no pudiera encontrarse con nadie conocido y
de paso pillar alguna rebaja en cualquier tienda de baratillo. Recordó que
alguien le había hablado una vez de una calle, cerca del puerto, donde
abundaban las tiendas de los chinos con sus locales abarrotados de mercancías a
un euro. Empezó
a lloviznar. Apresuró el paso y al cruzar la ancha avenida central se encontró
caminando por la calle de los chinos. Todas abiertas, todas con grandes
letreros anunciando sus productos. Aquí el problema era a cuál entrar. Caminó
con aire chulo, tenía la sartén por el mango. Eran ellos quienes necesitaban de
su dinero, así que podía darse el lujo de mirar indiferente sus vitrinas, de
ignorar sus invitaciones a entrar y hasta podría exigir rebaja, si señor, ¿por
qué no? Pasó
las manos por unas mantas suaves, delgadas e imaginó el placer de cubrirse con
ellas. Después su mirada saltó a los adornos de navidad. Le encantaba la
navidad, pero quería una navidad de color naranja. Ya basta de rojo y dorado. No
naranja no hay – dijo la dependienta. Entonces
se enfadó. ¿Cómo que no hay? ¿Si ustedes producen de todo? Vaya estafa las
tiendas de los chinos. Y se marchó echando chispas por los ojos. No
había caso. Los pies le dolían. Era como si todos los chinos del mundo se
hubieran puesto de acuerdo para no fabricar bolas de navidad color naranja. ¡Un
delito de lesa humanidad! El
hambre se hizo presente. Entró a un bar. El único bar de la zona abierto a las
cinco de la tarde de un solitario sábado. ¿Qué
tiene para comer? preguntó. Pollo
en salsa, pata asada, churros de pescado, ensaladilla, callos… Pata
asada. Quiero pata asada y una cerveza. La
mujer del bar con su delantal azul grisaceo le dio la espalda, frente a sus
ojos la rotundez de sus carnes le pareció ofensiva y a la vez le inspiró un
sentimiento de orfandad. La vio tomar el largo cuchillo para cortar el jamón.
De un golpe decidido y suave sacó la primera loncha de jamón y la colocó en un
plato, luego otra y otra. Después abrió una cerveza y se la puso frente a los
ojos. Los
ojos se encontraron. Los ojos de la dependiente eran verdosos, cálidos. Estaba
en territorio amigo – sintió – -
Oiga Juana, ¿qué ha sido de Carlitos? – preguntó un hombre sentado en la barra,
a su derecha. - ¿Qué
Carlitos? - preguntó la mujer – -
Aquel muy grande, grande, que iba siempre impecable, con chaqueta y corbata, ¡mujer!
el del equipo de fútbol. -
Ahhhh el pecas, - dijo la mujer sonriendo ampliamente con su boca de dientes
desiguales - es que lo conocemos como el
pecas, por ahí debe andar. Es que no lo volví a dejar entrar porque bebía mucho
y me armaba mucho follón… tuve que llamar a la policía un par de veces. - Yo
creí que se había muerto – dijo el hombre. - No que va – dijo la mujer, mientras secaba un
vaso. Al frente una niña de unos siete años ronroneaba frente a un plato de
churros de pescado – Deja de bailar y cómete eso en seguida – le dijo la mujer. La
niña ni caso. Movía los brazos y hacía el payaso para que la viera. Luego se me
acercó trayendo su plato bamboleante y se acomodó a mi lado. Le sonreí. -
¿Esta bueno? - le pregunté- -
¿Sabes bailar regueton? – me preguntó – -
No… no sé – le dije dándole un gran sorbo a mi cerveza. -
Juana - llamó de nuevo el hombre a mi
derecha – y aquel canijo que hablaba tanto de cuando fue deportista, ¿lo has
visto? -
Si, claro, aunque ya no suele venir mucho por aquí. Sábado si, sábado no – le
contesto la mujer mientras le daba con el limpión a la niña para que comiera. -
¿No estaba muerto? – se sorprendió el hombre. - ¿Y
aquél que quedó viudo, el pobre, la navidad pasada? – preguntó de nuevo el
hombre – -
¿Cuál? – le interrogó la mujer sin dejar de azuzar a su hija. -
Aquél que se le hinchaban tanto las piernas. Gota me parece que tenía, aquél que
su mujer, era una suramericana muy guapa, de cabello largo, muy fina ella y con
un acento tan dulce… -
¿No será Paco? – el de la esquina con Cruz Mayor – dijo la mujer. -
Debe ser ese, me parece que se murió hace poco. - No
hombre no – dijo la mujer –hace poco lo vi por la calle. El
hombre buscó en sus bolsillos la billetera, sacó unas monedas y se puso a
contarlas sobre el mostrador. La niña seguía bailando, la mujer secaba vasos,
yo me limpiaba la boca con una servilleta… El hombre dio un golpe sobre el mostrador y dijo resignado mientras salía del bar: ¿Y por qué tardaran tanto en morirse? si éramos tan amigos. Por: Gladys |
![]()
Prefiero el pase al tiro En esta ocasión, para sustentar mi repudio por la
bimoralidad de los países del primer mundo, me serviré de un tema polémico,
recurrente en el discurso de numerosos artistas e intelectuales, aunque rara
vez nos enteramos de qué tan serias son las causas que los mueven a hablar de
él; la legalización de las drogas. Para evitar segundas interpretaciones, me gustaría antes
aclarar que no soy aficionada al uso de ningún narcótico, que el simple uso de
la marihuana me marea, bebo con menos frecuencia de lo que es socialmente bien
visto y no hago parte de ningún clan de consumidores, principalmente porque
desconozco los supuestos placeres y utilidades de las drogas y procuro no
referirme a lo débil que me resulta el espíritu de quienes dependen de ellas.
Entiéndase entonces que de ninguna manera defiendo ni propongo el consumo de la
droga, y que de hecho me opongo a él. No obstante, me parece aberrante que los países
industrializados, a pesar de su fracaso en la tarea de disuadir a sus
ciudadanos hacia el no uso de drogas, se obstinen en obligar al resto del
planeta a acatar su decisión de ilegalizar el consumo de estupefacientes y el
narcocultivo, en especial cuando no son ellos, sino los exóticos pueblos
ecuatoriales fértiles en arbustos alucinógenos, los que estamos poniendo el
bocado más grande de la cadena alimenticia criminal que nació a raíz del
narcotráfico. La ilegalidad hizo de la producción y el tráfico de
drogas, actividades rentables que en principio atrajeron a nuestros pequeños y
medianos oportunistas, pero que hoy en día son el negocio multimillonario de
mafias sanguinarias, pervertidas por el poder y la riqueza. Prohibirle a los hombres traficar con sus sedantes
trae consecuencias que deberían recordar los estadounidenses, pues fue la
implantación de la prohibición de la comercialización y consumo del alcohol que
los rigió entre 1920 y 1932, lo que promovió el surgimiento de figuras
como Alfonso Capone, mafioso quien convirtió las calles de Chicago en el
escenario de sangrientas disputas entre gángsteres dedicados al tráfico
de licor. En Colombia el narcotráfico ha corrompido
profundamente nuestra sociedad y se ha convertido en el nuevo combustible de la
guerra sinfín que padecemos. El destierro del gran mutante que nos hace amar el
dinero fácil, al tiempo que anula los escrúpulos, y el de la manía de buscar
armonía e igualdad arma en mano, parece estar lejos si el narcotráfico sigue
siendo una actividad ilícita que deje en manos de criminales los millones
de dólares que produce. Las drogas deben ser legalizadas, sin que se interpongan argumentos éticos estúpidos que muy mal les queda a la mayorías de los países desarrollados, cuya doble moral sí les demanda alejar a sus jóvenes del poder perverso de los narcóticos, pero no les impide, por ejemplo, ser al mismo tiempo los más grandes fabricantes de armas en el planeta. |
“Los ateos
tienen derecho a decir a los creyentes: Seriáis más libres si dejarais vuestra
ridícula fe en Dios”. Y los
creyentes pueden contestar: “Tendríais un sentido más profundo de la libertas
si tuvierais fe.” La libertad
de expresión incluye necesariamente el derecho a ofender; no el deber sino el
derecho. En especial, debemos ser libres de decir lo que queramos sobre las
figuras históricas, ya se trate de Jesús, Moisés, Mahoma, Churchill, Hitler o
Gandhi, y luego dejar que se contrasten nuestras afirmaciones con las pruebas
documentales. Puede que no estemos de acuerdo con lo que digan quienes quieren
levantar controversias sobre estas figuras, pero debemos defender hasta la
muerte su derecho a decirlo. Por motivos obvios, debe haber límites a lo que se
puede decir sobre personas que están aún vivas, pero deben ser unos límites
precisos.” Creyentes y
no creyentes –Por Timothy Garton Ash – El País 02-12-07 Leyendo este artículo no
puede uno menos que hacer un alto en su domingo de principios de diciembre para
reflexionar sobre la libertad de expresión. Según el Sr. Garton debemos ser libres de decir lo
que queramos. En el artículo, él se
limita a ejemplarizar su tesis hablando de las figuras históricas, supongo por
hacer referencia a los sucesos como las amenazas al dibujante que tomó como
objeto de trabajo la figura de Mahoma, o más recientemente los dibujos de los
príncipes de España y si ahondamos un poco encontraríamos multitud de ejemplos
a nivel mundial. Yo, que soy ciudadano del
común, que me levanto los domingos a ir por el pan y el periódico, que tomo
autobuses, que tengo un jefe, y que jamás, diga lo que diga, en mi ámbito
privado acerca de esas figuras históricas seré condenado a muerte. ¿Qué puede
significar la voz de un ciudadano en el concierto mundial? Nada, a menos que
ese ciudadano tenga respaldo de opinión pública, entonces si que sería
condenado. Eso no quiere decir que
mi opinión acerca de terceras personas no sea dañina. ¿Quién no ha conocido a
un empleado que ha sido despedido por ridiculizar a su jefe? ¿Quién no ha
sufrido de la mala fama o el mal ambiente creado por vecinos envidiosos,
amantes obsesivos, amigas/os ruines, que aguardan en silencio el momento más
oportuno para utilizar tus propias palabras como afilado cuchillo para
clavártelo en la espalda? En este orden de ideas,
no importa si eres poderoso o no, siempre estarás amenazado por el concepto
libertad de expresión y más aún cuando no tienes arte ni parte en la elección
de aquellos jueces que finalmente establecen qué se debe decir o no. A través de la historia
del hombre lo podemos ir comprobando, dependiendo de la cultura predominante,
se establecía qué era lícito y qué no. Se crean normas, valores, medidas de
acuerdo a determinada sociedad o ciclo histórico… siempre es una decisión de
conveniencia al sistema y jamás una opción para lograr cimentar de manera
universal en el hombre la libertad de expresión (tu puedes decir lo que quieras
pero…) hasta ahí llega nuestra libertad. Hasta ese pero tan odioso y ambiguo en el que se pueden excusar las mayores
atrocidades de la humanidad. Y ahí nos quedamos, la gran
mayoría siguiendo los pasos que la poderosas minorías nos marcan, ahí vamos
renegando en voz no muy alta por la falta de libertad, procurando no
atormentarnos mucho. Lo justo para expresar nuestra opinión sin que altere
demasiado nuestro estilo de vida. Sin embargo, algo está
tomando forma en el universo, aún es muy pronto para saber qué derroteros vaya
a seguir, pero ahí esta, se trata de la tecnología, que sin saber en qué se ha
metido, le brinda al hombre un medio para expresarse libremente: Internet. Lo
qué empezó siendo un sistema oficial y cerrado, ahora parece ser el territorio
donde todo el mundo puede hablar, y lo más importante, ser escuchado. He ahí el
éxito de los blogs personales, un medio que se utiliza para reivindicar, para
tratar de definirnos, defendernos, sentirnos acompañados, donde podemos ser
todo que no pudimos o no tuvimos el valor de ser, para vivir cómo hubiésemos
querido hacerlo, hablar de cualquier cosa, desahogarnos, amar u odiar, exponer
nuestros pensamientos y opiniones… en fin, una especie de diario secreto,
porque lo escribimos a solas en la intimidad pero abierto al mundo, puesto que
nos leen personas de quienes no tenemos ni remota idea de su existencia. Quizás sea ese el camino para eliminar de la
humanidad el (tu puedes decir lo que quieras pero…) La historia lo dirá, lo
cierto es que a través de los blogs hemos creado un nuevo mundo habitado por
infinidad de amigos con un denominador común, el punto com. Lo que
brote de allí, está por verse. L.D. |