Uno de los mayores placeres que puede
disfrutar el ser humano es caminar, el lugar por donde pasea ya depende de sus
gustos particulares, unos prefieren la playa, otros los parques, o las calles. Caminar te da una sensación de libertad,
sobre todo si lo haces solo. Sales de casa, cierras la puerta y parece que has
dejado atrás los problemas, el alma se aligera y los pies nos van llevando casi
por inercia. La mente vaga de un pensamiento a otro, de una imagen a otra, de
un deseo a otro. Si lo hacemos por estas fechas, de seguro nos tropezamos con
otros seres humanos, les llamo de esa manera haciendo gala de su parecido
físico a mi, pero su caminar es lento. Su espalda curva no puede resistir la
carga de regalos que llevan en las manos. Pasan a mi lado con bolsas elegantes, con
rollos de papel para envolver los regalos, y sus voces hablan de determinados
almacenes donde han visto... les han dicho... les aconsejaron... Vidas, mundos, hechos, cosas que llenan la
existencia de las personas, que les encauzan en horarios determinados y fechas
por celebrar. Me rozan pero no me atraviesan, a veces, incluso nos tropezamos,
pero de las disculpas no pasamos. Creo que no soy humano, no tengo a quien regalar, no tengo horario por cumplir, no tengo que comprar un detallito para x o y. A pesar de todo me gusta la calle en navidad. L.D. |
15 de Diciembre, 2007, 16:12:
La DirecciónGeneral