Febrero del 2008
![]() Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet Basada en un famoso musical de Broadway, narra la historia de Benjamin Barker, también conocido como "Sweeney Todd" (Johnny Depp), un siniestro personaje que tiene una barbería en Londres donde la navaja de afeitar apura demasiado... Es tal la emoción que me produce el recuerdo todavía fresco de esta película, magistral mezcla de Musical, película de Terror y Tragedia Griega, sí con mayúsculas!!!. Todo un placer para los sentidos, guión: excelente; puesta en escena: ambiente diabólicamente gris, la sangre rosa a borbotones; la música: pues es una verdadera genialidad poner a cantar a actores que nunca lo ha hecho, al menos profesionalmente y salir tan bien librado. ¡Felicidades Tim! ¡ Felicidades Johny! ¡Felicidades Helena Bonham! Por: Ágata |
Por: Jimul |
Mi generación nació cuando él ya había triunfado, y los difíciles años de la implementación del sistema, apenas si entraron por la ventana de nuestras alcobas, crecimos escuchando a nuestros padres simpatizar con sus ideas y lamentarse de que no pasara lo mismo en nuestro país. El señor presidente de Cuba era un hombre recio, recto, firme en sus convicciones y algunas veces tenía que imponerse a los intereses inmediatos, para que lo verdaderamente importante, echara raíces profundas. En nuestra adolescencia, con la visita a las casas de nuestros amigos, fuimos escuchando que los padres de algunos de ellos no simpatizaban con Castro, lo llamaban dictador, porque no convocaba a elecciones, o porque le había quitado el dinero y las tierras a los ricos y su gente estaba muerta de hambre. Dos polos opuestos para el rostro de un hombre al que empezábamos a conocer y al que, dependiendo de con quien estuviéramos, adquiría alas de ángel o rabo de demonio. En aquella preadolescencia teníamos tanto en qué pensar, tantas cosas por hacer y tanto en qué divertirnos, que apenas si teníamos espacio para dejar un rincón de nuestro cerebro al conocimiento. Fue más adelante, cuando los años limaron nuestra insensatez y nuestra inteligencia supo leer entre líneas, cuando descubrimos la dimensión de “ese señor”, que ahora llamábamos Fidel Castro con todo el respeto y la admiración que nos inspiraba. Nos interesamos entonces en él, en su vida, en su proyecto, en el carácter y la inteligencia para burlar triquiñuelas, componendas, alianzas, declaraciones de guerra y un embargo eterno. Comprendimos que no fue un éxito en todo sentido, que quedan muchas grietas por restaurar, pero fue un buen comienzo y los cubanos deben sentirse orgullosos de haber vivido semejante experiencia. Y entonces, también empezamos a preguntarnos, ¿Por qué nosotros no?, ¿por qué quienes luchan en nuestro país por un mundo mejor, se rinden ante el color del dinero a la primera de cambio? ¿No existe nadie en nuestro país capaz de trabajar y entregar su vida al país? La respuesta tristemente es no. La lección del caudillo, su ejemplo viviente no germinó más allá de sus fronteras, ojalá que en su país la semilla haya caído en tierra fértil, haya tenido tiempo de crecer, madurar y esté lista no solo a dar sus frutos, sino a mejorar lo realizado, a trabajar por alcanzar nuevas y mejores metas para el hombre, la sociedad y las futuras generaciones. Por eso no quiero decir adiós, al menos no en el sentido literal de la palabra y, porque además, por lo menos a los de nuestra generación, nos resuenan en los oídos sus palabras, mantenemos vivo el timbre y la fuerza de su voz, tenemos la certeza de que si bien, no podemos esperar nada de un solo ser humano, si podemos contribuir con nuestro pensamiento y con nuestras acciones, por mínimas que sean para cambiar lo que haya que cambiar, para solidificar y llenar grietas, para acortar las distancias y desigualdades, el hecho mismo de ser protagonistas de nuestra época nos da ese sentido de responsabilidad para con nosotros mismos y las generaciones futuras, para que por fin, los hombres sean cada vez más, mejores personas. L.D. |
Título: La esfera y la cruz Autor: G.K. Chesterton Colección Austral Dos hombres recorren las vastas campiñas inglesas para
batirse en duelo por sus ideas. Esa es
la esencia de la esfera y la cruz. … “La hora habrá pasado pronto. En un momento habrá pasado – dijo el
loco -. Ahora, ahora, ahora es cuando tengo que clavar al suelo ese cuerpo de
blasfemo; ahora, ahora es cuando tengo que vengar a Nuestra Señora de su vil
insultador. Ahora o nunca. Porque el pensamiento espantable está en mi alma. - ¿Y qué pensamiento ocupa – preguntó el ateo – lo que usted llama su
alma? -Tengo que matarle a usted ahora – dijo el fanático, porque… - Bueno; ¿por qué…? preguntó pacientemente el ateo - Porque he comenzado a quererle a usted…” Matar o morir por unos ideales, a simple vista parecería ser
una cosa de siglos pasados, de mentes poco civilizadas o de seres cuya
inteligencia deja mucho qué desear, sin embargo los hombres seguimos matándonos
ya no por ideales, sino por dinero. Vamos a la guerra por los beneficios
económicos que significan. He ahí el valor de los clásicos, la impronta que nos
hace volver a ellos para constatar que la humanidad avanza tres pasos y
retrocede dos. |
![]() Hallada asesinada en extrañas circunstacias una mujer de mediana edad en una biblioteca de Buenos Aires... L.D. |
Ahora
mismo está sentada en medio del campo, no se ve en la distancia ningún ser
viviente, tampoco vestigios de que alguna vez existiese alguien por allí, ni
una casa, ni una cerca, ni siquiera un espantapájaros con la risa eternamente
paralizada; cae la noche y en medio de la nada Micaela hunde los cinco dedos en
la tierra aún caliente. Con el pulgar y el índice desmorona los terrones, que
convertidos en polvo fino van cayendo sobre la palma de su mano izquierda hasta
rebosarla para irse a posar en montículos menudos sobre los terrones de tierra
reseca que la rodean. Ni
una brisa ondea sus cabellos alborotados, los pliegues de su vestido parecen
almidonados desde hace un siglo, el escote raído descubre un pecho apenas
vibrante por la respiración, lo único vivo que existe en ese rincón del
universo. Sobre su cabeza, el cielo parece bruñido en metal azul, solo en la
línea del horizonte el sol reposa suavemente sobre nubes de colores. Abajo, en
la tierra, junto a Micaela las grietas del terreno seco dibujan caminos oscuros
en un laberinto de silencio y soledad. Otro
montículo de arenilla se va formando junto a sus rodillas, ya Micaela a
construido unos cincuenta a su alrededor, algunos más grandes que otros, pues
simplemente el polvo se ha ido acumulando alrededor y de vez en cuando desborda
el montículo para formar otro a su lado, distante apenas unos milímetros. Por
las grietas de la tierra se han escapado sus ilusiones, el trabajo de toda la
cosecha, el amor con qué dispersó las semillas de girasoles, porque Micaela
quería sembrar en su pedazo de tierra un campo de girasoles, como en un cuadro
de Van Gogh. Después
de la siembra, se levantaba al amanecer, apenas si tenía tiempo de tomarse un
café para salir a ver los brotes verdes que se imponían al marrón de esa
tierra, con sus dedos medía sus primeros progresos, al cabo de unos días las manos
no le bastaron, entonces usó los piernas y por la noche, mientras se dormía medía
la distancia entre su talón y la rodilla pensando: mañana las sobrepasaran y en
pocos días llegaran al muslo, entonces brotaran los discos redondos, se abrirán
los pétalos amarillos y las hojas peludas colgaran del tallo como pañuelos saludando
el nacimiento de los soles. Entonces no podía conciliar el sueño, su cuerpo
empezaba a calentarse, el sudor le brotaba a lo largo de su espina dorsal y
contaba los minutos velozmente, como apurando al sol, como diciéndole: date prisa, solo tu calor abrirá mis soles
en la tierra. No recuerda cómo pudo soportar el tiempo anterior a la
floración, cómo vivió esos días en medio de la nada. Quizás por eso
precisamente, porque cuando se está en esa nada, cualquier cambio es decisivo. El
día de la floración, Micaela bailó entre sus plantas, se levantó la falda y
dejó que el sol quemara sus muslos, bailaba con cuidado de no tropezarse con
los tallos de girasol, era una pena que esas flores no despidieran aroma
alguno, como las rosas, o las camelias, pero eran sus soles, ante ella se
extendía el campo, la saludaban esas hojas peludas, la miraban esos discos
oscuros rodeados de párpados amarillos. Su campo de girasoles estaba a punto. Desde
el día de la floración no volvió a dormir en la enramada, decidió que debía
vivir en medio de sus girasoles, debía aspirar el olor de la tierra al
amanecer, secarse con ella al medio día, temblar como ella por el viento,
dejarse empapar por las próximas lluvias, estar al lado de ellas, para vivir y
cuidarlas. Sólo así podría preservarlas de todos los males, tanto de los
hombres como de la naturaleza. Sus manos eran grandes, acostumbradas al
trabajo, ellas protegerían sus plantas. Sus brazos eran largos, ningún tallo
perdería su protección. Su voluntad era inquebrantable, nadie dañaría sus
soles. Y así lo hizo, repetía el ritual una y otra vez, mientras sus flores
crecían, se engordaban, desplegaban sus pétalos, y Micaela era feliz,
satisfecha por lo que hacía con ellas y en medio de ellas, hablaba, soñaba,
jugaba y reía, les contaba sus proyectos y hasta les pidió consejo cuando su
alma se apretó el día que sintió aquel olor. Ellas no le supieron decir a qué
olía, en su lenguaje biológico no existían los signos para nombrarlo. Micaela
les pidió permiso para ir a mirar. Ellas parecieron asentir, ella habría jurado
que la habían autorizado a investigar. Y
así lo hizo, caminó alrededor de su campo de girasoles y pronto se dio cuenta
que el olor estaba en todos lados con una intensidad similar, ni aumentaba o
disminuía, así ella se alejara o acercara a sus girasoles, entonces se dio
cuenta que no existía tal olor, o por lo menos no existía fuera de ella. Estaba
dentro y tal vez no era un olor sino un dolor emanado de la tierra que le
entraba por la nariz y le llegaba cerca del corazón, donde ella pensaba que se
hallaba el alma. Tenía miedo, eso era, un miedo terrorífico pero sin causa,
¿por qué tenía miedo? ¿De qué tenía miedo? Estuvo caminando todo el día, oliendo el aire a ver si encontraba el agujero por donde se le entraban los miedos al cuerpo, pero no podía hallarlo, de repente, unas gruesas gotas golpearon su rostro, eran gotas de hielo del tamaño de una pelota de ping pong, los pedruscos le herían los ojos, los labios, rebotaban en su pecho y se clavaban a sus pies. Entonces lo supo, supo que el olor que la persiguió por dos noches era el agua que se avecinaba, el agua que lavaría el polvo de sus girasoles, y que ella lamería de sus pétalos, pero no estos bloques, el agua que esperaba debía ser menuda, dulce, suave, acariciadora, no estos latigazos que le hacían daño. Entonces corrió, el corazón saltaba en su pecho, se caía y se levantaba una y otra vez protegiéndose con las manos el cráneo, el agua que le chorreaba por la frente empezó a teñir de rosa su cara, luego el líquido que le escurría era más denso y de color rojo, con la lengua lamía su propia sangre sin dejar de correr hasta llegar a su pedazo de tierra donde no pudo reconocer a sus girasoles deshechos. Por: Gladys |
"Servicialmente
vuelven a entregar en nuestras manos aquello que no nos pueden dar" Por: Charo González |
Si
todos están en contra de alguien, ¿quién está a favor de la paz? La
posible liberación del exsenador Jorge Eduardo Géchem, por parte de las Farc,
indica que la mediación del presidente venezolano Hugo Chávez en una eventual
negociación con esa organización guerrillera podría traducirse en el inicio de
un esperanzador camino hacia la paz. Cabe preguntarse qué hay detrás de las
nobles intenciones del líder bolivariano y el por qué de la respuesta renuente
de las huestes uribistas. La
noticia se sucede en medio de la expectativa producida por el anuncio de la
liberación de los otros tres secuestrados, según lo aseveran los alzados en
armas, en aras de reivindicar la imagen del primer mandatario venezolano. Luego
de una guerra mediática que atizó odios enfermizos en contra de Chávez, las
Farc se esfuerzan por convencer a la opinión de que las intenciones del
presidente de la hermana nación no son distintas a las de producir un
acercamiento entre el gobierno colombiano y la insurgencia. Resulta
evidente que la mediación de Chávez en el conflicto armado colombiano responde
a pretensiones políticas precisas, más que al simple deseo de contribuir a la
paz de Colombia. Si bien en su iniciativa se vislumbra un claro deseo de
reivindicar el diálogo como la salida más indicada a la guerra intestina que
vive el país, también deja a las claras su intento por despertar las por estos
días poco probables simpatías hacia su gobierno, en un territorio
geoestratégico esencial que, como Colombia, parece ser el último reducto
importante de la derecha en Latinoamérica. Pero
aunque su iniciativa pueda ir acompañada de intereses políticos, bien vale
reconocer que tal oportunismo recoge una plataforma más humana, que se enfrenta
con un oportunismo menos visible, pero terriblemente más destructivo como el
del gobierno colombiano: interesado en conquistar el apoyo popular hacia el
exterminio de las tendencias políticas que le disienten, más que en generar la
pacificación del país. A
través de todo tipo de artimañas y a la voz de inverosímiles llamados a la
reconciliación, los organismos gubernamentales colombianos se han empeñado en
generar el absoluto rechazo de la opinión hacia el chavismo y hacia todo tipo
de oposición, como si esta representase una grave amenaza a los intereses de la
nación, mientras, bajo el respectivo soslayo de los medios y la coalición
uribista, se empieza a promover una reforma constitucional que permita una
reelección indefinida del actual gobierno. Por
otro lado, si bien las impertinencias del propio Chávez han sido el caldo de
cultivo de la vehemente crítica que de él han realizado los medios nacionales,
resulta evidente también que muchos de los elementos puestos en el debate
carecen de fundamento. Son más el resultado de una campaña de desprestigio
suscitada desde el uribismo, encaminada a satanizar el esfuerzo de un gobierno
realmente interesado en la paz -aunque su propósito ulterior sea el de
conquistar indulgencias-. En síntesis, los últimos acontecimientos descubren dos realidades soterradas por los medios de comunicación e ignoradas por la opinión: Mientras el gobierno colombiano deroga su deber constitucional de atacar las condiciones objetivas de la guerra –y ello implica también el esfuerzo por promover estrategias que reduzcan los factores de riesgo a los que se pueda ver sometida la población civil en medio del conflicto armado-, la mediación del estadista venezolano en la liberación de los secuestrados demuestra que el diálogo es una salida más humana y de menor costo, aún cuando su motivación sea menos altruista. Por Giovanni González Arango |
Continuación... a) b)
que trepa más aún las cumbres literarias un par de
líneas más adelante cuando el furúnculo “se asomó a la
ventana tanto que los pechos le colgaban como
una marquesina llena de bultos.” Pero,
No muere, pero pierde. Por: Ricardo Abdahllah |
![]() Aquel primero de diciembre del 82, día en que fue puesto a la venta Thriller (un trabajo conjunto de Jackson con Quincy Jones, fusionando la música disco con ritmos urbanos y toques de rap y hip hop), las reglas contables de la música cambiaron para siempre, como comenzó a cambiar progresivamente su rostro. Pero no solamente cambiaba nuestro ídolo, ese al que considerábamos el rey del pop, nosotros también lo haciamos a medida que aprendíamos a bailar arrastrando los pies por el piso, en un esfuerzo inútil por deslizarnos como él. Nosotros desistimos. Jamás podríamos bailar como él, sólo nos quedaba aprendernos de memoria su disco, cantar con él en un karaoke eterno interrumpido apenas por los qué haceres de nuestro crecimiento; poco a poco nos graduamos, trabajamos y de repente nos daba vergüenza decir que alguna vez adoramos a ese ser que se transformaba. Y me pregunto, ¿por qué lo hicimos? si en el fondo, cuando decidió blanquearse la piel, nos pareció valiente ese desafio a la naturaleza, ¿Por qué no puedo ser como me dé la gana? Yo también cambié, alquilo mi tiempo en una oficina, dejé aparcados mis sueños y lo hice aún a sabiendas de que no defraudé a nadie, salvo a mí mismo. Por lo pronto, me siento mejor, celebraré ese 25 cumpleaños de la manera más sincera posible: declarando mi admiración por él. Al fin y al cabo, también he cambiado. Por: Salgado |
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- Desnudos (10 de Febrero, 2008)
- ¡Ponte derecha y sonríe! (10 de Febrero, 2008)