… una hoja de periódico llegó a los pies del mendigo empujada por el viento de la madrugada, se arremolinó a sus tobillos y ahí se quedó hasta que los ruidos de la ciudad se impusieron, acompasados por  unas leves gotas que humedecieron el asfalto; poco a poco tomaron consistencia y se convirtieron en goterones, cada vez más robustos y veloces.

El hombre se despertó, se limpió las lagañas de los sueños y recogió las piernas en un intento por no mojarse. La hoja se dejó llevar y él la tomó por entretenerse en algo antes de rendirse a la realidad del día.

“Hallado cadáver de un sacerdote junto a una Biblia en blanco… en la ciudad de…”

La intensidad de la lluvia deshizo el periódico antes de llegar al tercer renglón.

L.D.