
Ya hemos
llegado al punto de que con nuestros teléfonos o sencillas cámaras filmamos
nuestras experiencias vitales, desde un cumpleaños, hasta la forma en que nuestra
madre corta las berenjenas o las arrugas de la sábana, por no hablar de lo que
esas sábanas presencian. Pero lo que no termino de entender es esa fascinación
de la gente por filmar sus gamberradas para colgarlas en you tube. Ese
servidor está lleno a rebozar de chicos que golpean a sus compañeros con
auténtica saña a la salida del colegio, o a sus perros o gatos, con tomas de
acercamiento para plasmar mejor la agonía de los animales o el dolor de quien
es golpeado, también se ven videos en que los chicos destrozan coches, rompen
cristales, queman a ancianas en los cajeros de los bancos. Pero no
es una fiebre solo de los jóvenes, los mayores han caído en la tentación, así
que vemos a viudas contando sus fantasías, a abuelas erigidas en orientadoras
de juventudes, a hombres maduros buscando ponerle un poco de sal a sus ya
marchitas facultades. Y todo
¿para qué? Por el simple placer de hacerlo, por demostrar de lo que sé es
capaz, ante el mundo entero, no solo ante los colegas de la cuadra, sino al
mundo entero. “Puedo
hacerlo, y entre más publico tenga mejor me siento”. No se
entiende, al menos no yo, desde mi cómodo sofá, apertrechado en la tranquilidad
de mi casa. Sé que mi mundo es otro, mis días quizás les parezcan aburridos a
estos protagonistas de la nueva realidad, mi vida será monótona, plana y sin
riesgo de infarto, a menos que me encuentre con un grupo de estos en el cajero
de mi banco. Ellos
necesitan hablar, contar hasta sus más íntimos pensamientos, los más jóvenes derrochan
energía, sienten hervir la adrenalina entre sus músculos en proceso de
formación y no encuentran nada mejor que retar la vida, jugar a ser
todopoderoso y que todo el mundo lo vea. El hecho
de que ciertos autores de videoblogs salten a la fama de un momento a otro,
llevándose un montón de dinero a los bolsillos, ha iniciado una guerra sin
límites por llamar la atención, tenemos el caso de Brook Buses (Diablo Cody)
guionista de la múlti galardonada cinta Juno, que despertó el afán consumista
de Hollywood, eso por hablar solamente de un caso en el que afortunadamente no
perdieron la vida ni fueron maltratados otros seres humanos. Que
puede ser una erupción de verano, un brote de juventud, un alarde rebeldía… no
lo sé, pero no me parece excusa válida para los familiares de esa señora que
murió en el cajero del banco, ni para los padres de los niños maltratados, ni
siquiera para los gatos o perros que diariamente mueren apaleados por las
calles de nuestras ciudades.
La Dirección
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