6 de Enero, 2009, 4:46: Charo GonzálezHablando de...




"Conozco el miedo a través de otros y la impotencia por mí mismo."

 "Por un instante sus ojos creyeron soñar realidades de pintores, escultores y escritores. Por un instante contempló la belleza del ser humano."

 "El amor no necesita saber qué es el respeto porque desconoce cualquier situación fuera del mismo."

 "Miraba desde la otra punta de la mesa pensando lo fácil que sería simplemente mover la silla un poquito más cerca."

 "Mañanas de cielos perezosos, de soles adormecidos y de lunas que no quieren permanecer."

Por: Charo González

6 de Enero, 2009, 4:38: SelváticaF1 Portal Sur

Uno de los personajes más fascinantes de Macondo. La gran obra de García Márquez. Remedios es una mujer bellísima y extraña, elemental y pura, que vive ajena a la vida ordinaria. Su belleza enciende el deseo de los hombres, pero aquellos que intentan consumarlo mueren de forma inesperada.

Es la idealización de la esencia femenina, el lado oculto de la mujer que jamás será conocido por el hombre, un territorio propio que defiende aún a costa de su propia vida.

Otros personajes:

Los Aurelianos, Arcadios y José Arcadios, Ursula Iguaran, Rebeca, Amaranta, Pilar ternera…

Gabriel García Márquez. Periodista y escritor colombiano, nacido Aracataca – Magdalena en 1927

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   Obtuvo el Premio Nobel de literatura en 1982 Su obra se caracteriza por la fusión entre lo fantástico y lo real conformando un tranquilo mundo de imaginación exuberante que sirve de marco a  la vida y los conflictos de un continente.

Por: La monja voladora

6 de Enero, 2009, 4:21: GladysGeneral



Pronto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, dibujó en su mente los objetos que ocupaban la estancia y sin quererlo los comparaba con los de su casa junto a Javier, aquellos tenían la magia de lo usado, el desgaste de la vida, las huellas del grato roce humano, estos en cambio estaban demasiado invadidos para aceptar nuevas experiencias, por eso lo rechazaban, incluso el colchón parecía no aceptar su cuerpo, se sentía incómodo, daba vueltas en la cama tratando de encontrar una posición para el descanso pero ésta parecía querer expulsarlo.

Jaavier se levantó, se sentó en el suelo apoyando la espalda contra la pared y miró con odio a la cama. Había ganado, lo había expulsado finalmente. Tuvo ganas de destripar ese colchón y lanzarlo por la ventana pero un suave murmullo proveniente de la otra habitación captó su interés, lo paralizó unos instantes, su cuerpo se tensó y ante sí se abrió un abismo, no sabía como se llamaba esa chica, nunca le preguntó el nombre y ahora se hallaba bajo su techo. Sintió odio hacía sí mismo, cómo podía ser tan torpe, tan estúpido,  inconsciente y mal educado, la vergüenza lo paralizó, y la necesidad de saber su nombre con urgencia lo impulsó a buscar algún objeto revelador, un documento de identidad o algo que le revelara el nombre de la joven, así, en la mañana cuando desayunaran juntos podría llamarla por su nombre sin complejos y si ella se asombraba de su falta e hiciera alguna mención, él le diría que tal vez ella no se acordara pero qué se lo había preguntado en el autobús, entonces ella le creería y pensaría que lo había olvidado. Esa estratagema lo libraría de ser juzgado de mala manera. Caminó de puntillas tanteando en la oscuridad hasta encontrar la puerta, abrió muy despacio y temeroso asomó la cabeza por el pasillo, allí reinaba una suave luz que entraba por la ventana, daba la sensación de ser un camino en campo abierto sin horizonte debido a la niebla. Avanzó despacio unos pocos metros hasta llegar a la puerta del dormitorio. Vio el cuerpo de la joven acostada de lado, apreció la línea de su rostro, y su corazón se estremeció al contemplar el gesto de inocencia y abandono de ella. Así somos cuando dormimos – pensó Jaavier – nos abandonamos y dejamos el cascaron vacío, indefenso ¿y si alguien se apoderara de él?

Avanzó hasta la cama, se sentó en el piso y contempló aquel rostro, tuvo ganas de dejar las huellas de sus manos sobre las mejillas, los párpados y los labios de la joven pero se contuvo, se conformó con mirarla conteniendo la respiración para no alterar la paz de aquel rostro. Podría quedarse hasta que amaneciera, podría matarla para eternizar ese instante, despertarla, asustarla o también podría aceptar su destino y largarse de ahí cuanto antes.

Por: Gladys


6 de Enero, 2009, 3:35: La Dirección.General

Escrito con pintura blanca, las letras chorreantes se destacan sobre el fondo rojo de los muros desconchados en edificios que se sostienen por la sola voluntad  de  hacerlo en cualquier ciudad o pueblo africano. Ni Europa ni América, rugen las escasas voces de un continente que se está quedando vacío.

Ni Europa ni América, un graffiti que aparece en muchos pueblos a la vera de los caminos, en las pequeñas poblaciones o sobre las piedras de carreteras interminables bordeando el Atlas majestuoso con sus cumbres nevadas. Es un grito estático, un rugido ronco sin voz porque los que podrían interpretarlo están agonizando por la avaricia de Europa y América, una frase que no se escuchará en el Palacio de Chaillot, sede del Museo del hombre en París, donde hace sesenta años un grupo de seres humanos firmó otra frase lapidaria: Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Aquellos que se declararon resueltos a “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres (recientemente se han añadido los niños)...” así como a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad”. iniciaron un camino hacía una utopía que cada día se acerca más a la leyenda, por más organismos que se creen, por más ONGS que broten sobre los campos minados de la avaricia, todo queda como un grotesco remedo ante la  realidad de un mundo en el que sólo un mínimo porcentaje de seres humanos es amparado por dichos privilegios.

Lo único cierto es que la Declaración está pasando a la historia como un manuscrito inútil que no cambió la conciencia del ser humano, sesenta años de fracaso lo hacen evidente y un continente aniquilado la prueba palpable.

La Dirección