6 de Enero, 2009
"Conozco el miedo a través de
otros y la impotencia por mí mismo." Por: Charo González |
![]() Uno de los personajes más
fascinantes de Macondo. La gran obra de García Márquez. Remedios es una mujer
bellísima y extraña, elemental y pura, que vive ajena a la vida ordinaria. Su
belleza enciende el deseo de los hombres, pero aquellos que intentan
consumarlo mueren de forma inesperada. Es la idealización de la
esencia femenina, el lado oculto de la mujer que jamás será conocido por el
hombre, un territorio propio que defiende aún a costa de su propia vida. Otros personajes: Los Aurelianos, Arcadios y
José Arcadios, Ursula Iguaran, Rebeca, Amaranta, Pilar ternera… Gabriel García Márquez. Periodista y escritor colombiano, nacido
Aracataca – Magdalena en 1927 [ Obtuvo el Premio Nobel de literatura en 1982 Su obra se caracteriza por la fusión entre lo fantástico y lo real conformando un tranquilo mundo de imaginación exuberante que sirve de marco a la vida y los conflictos de un continente. Por: La monja voladora |
![]() Pronto
sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, dibujó en su mente los objetos que
ocupaban la estancia y sin quererlo los comparaba con los de su casa junto a
Javier, aquellos tenían la magia de lo usado, el desgaste de la vida, las
huellas del grato roce humano, estos en cambio estaban demasiado invadidos para
aceptar nuevas experiencias, por eso lo rechazaban, incluso el colchón parecía
no aceptar su cuerpo, se sentía incómodo, daba vueltas en la cama tratando de
encontrar una posición para el descanso pero ésta parecía querer expulsarlo. Jaavier
se levantó, se sentó en el suelo apoyando la espalda contra la pared y miró con
odio a la cama. Había ganado, lo había expulsado finalmente. Tuvo ganas de
destripar ese colchón y lanzarlo por la ventana pero un suave murmullo
proveniente de la otra habitación captó su interés, lo paralizó unos instantes,
su cuerpo se tensó y ante sí se abrió un abismo, no sabía como se llamaba esa
chica, nunca le preguntó el nombre y ahora se hallaba bajo su techo. Sintió
odio hacía sí mismo, cómo podía ser tan torpe, tan estúpido, inconsciente y mal educado, la vergüenza lo
paralizó, y la necesidad de saber su nombre con urgencia lo impulsó a buscar
algún objeto revelador, un documento de identidad o algo que le revelara el
nombre de la joven, así, en la mañana cuando desayunaran juntos podría llamarla
por su nombre sin complejos y si ella se asombraba de su falta e hiciera alguna
mención, él le diría que tal vez ella no se acordara pero qué se lo había
preguntado en el autobús, entonces ella le creería y pensaría que lo había
olvidado. Esa estratagema lo libraría de ser juzgado de mala manera. Caminó de
puntillas tanteando en la oscuridad hasta encontrar la puerta, abrió muy
despacio y temeroso asomó la cabeza por el pasillo, allí reinaba una suave luz
que entraba por la ventana, daba la sensación de ser un camino en campo abierto
sin horizonte debido a la niebla. Avanzó despacio unos pocos metros hasta
llegar a la puerta del dormitorio. Vio el cuerpo de la joven acostada de lado,
apreció la línea de su rostro, y su corazón se estremeció al contemplar el
gesto de inocencia y abandono de ella. Así somos cuando dormimos – pensó
Jaavier – nos abandonamos y dejamos el cascaron vacío, indefenso ¿y si alguien
se apoderara de él? Avanzó hasta la cama, se sentó en el piso y contempló aquel rostro, tuvo ganas de dejar las huellas de sus manos sobre las mejillas, los párpados y los labios de la joven pero se contuvo, se conformó con mirarla conteniendo la respiración para no alterar la paz de aquel rostro. Podría quedarse hasta que amaneciera, podría matarla para eternizar ese instante, despertarla, asustarla o también podría aceptar su destino y largarse de ahí cuanto antes. Por: Gladys |
Ni Europa ni América, África es el camino.
![]() Escrito con
pintura blanca, las letras chorreantes se destacan sobre el fondo rojo de los
muros desconchados en edificios que se sostienen por la sola voluntad de hacerlo en cualquier ciudad o pueblo africano.
Ni Europa ni América, rugen las escasas voces de un continente que se está
quedando vacío. Ni Europa ni
América, un graffiti que aparece en muchos pueblos a la vera de los caminos, en
las pequeñas poblaciones o sobre las piedras de carreteras interminables
bordeando el Atlas majestuoso con sus cumbres nevadas. Es un grito estático, un
rugido ronco sin voz porque los que podrían interpretarlo están agonizando por
la avaricia de Europa y América, una frase que no se escuchará en el Palacio de
Chaillot, sede del Museo del hombre en París, donde hace sesenta años un grupo
de seres humanos firmó otra frase lapidaria: Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Aquellos que se
declararon resueltos a “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de
derechos de hombres y mujeres (recientemente se han añadido los niños)...” así
como a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un
concepto más amplio de libertad”. iniciaron un camino hacía una utopía que cada
día se acerca más a la leyenda, por más organismos que se creen, por más ONGS
que broten sobre los campos minados de la avaricia, todo queda como un grotesco
remedo ante la realidad de un mundo en
el que sólo un mínimo porcentaje de seres humanos es amparado por dichos
privilegios. Lo único cierto es que la Declaración está pasando a la historia como un manuscrito inútil que no cambió la conciencia del ser humano, sesenta años de fracaso lo hacen evidente y un continente aniquilado la prueba palpable. La Dirección |