![]() Título: La señora Dalloway Autor: Virginia Wolf
La
primera vez que leí La señora Dalloway tenía algo menos de veinte años y no pude
hacerme una idea precisa de su carácter, aunque me gustaba el ambiente, los
cuadros que podía captar dentro de la narración… una cortina temblando por el
viento, una hoja seca moviéndose por el patio como si tuviera vida propia, pero tal vez por eso mismo me perdía entre
los detalles y no podía encerrar dentro de mi cerebro la vida en ese
interminable día de la vida de Clarissa Dalloway. Lo
volví a leer unos años más tarde, y desde esa segunda lectura lo tengo en el
grupo de libros a los cuales recurro cuando la vida me agobia demasiado, como
si fueran un amuleto contra lo malo que me pueda pasar, esos libros que son
como los buenos amigos que basta una palabra suya para volver a tener ganas de
vivir. La
historia transcurre durante todo un día perfectamente estructurado, donde el
Big Ben va dando hora tras hora sus campanadas situándonos en cada momento de
la historia, acompañamos la Señora Clarissa Dalloway que, en homenaje a sí
misma, decide dar una fiesta.
Rencorosa con la vida y las actitudes del círculo de personas del que se ha
rodeado, Clarissa va haciendo una reflexión sobre la importancia que para ella
tienen y han tenido las personas que acudirán a su fiesta. Prestándoles su voz
a ratos y ayudándola a definirse, su hija, su marido, sus antiguas amigas, el
hombre a quien rechazó para casarse con otro mejor situado, son los fantasmas
de su pasado recuperados en carne y hueso para celebrar. Para
darle forma a la reflexión que va haciendo sobre su amorfa vida, reaparece
Peter Walsh, el hombre que años atrás pudo haberle dado una alternativa y, en
busca de su pasado, Clarissa trata de saber cuáles habrían sido las diferencias
entre haber tomado un camino y el otro. Clarissa Dalloway funciona como un espejo de dos sentidos la imagen que ella tiene de sus amigos y sus amigos tal y como son. Por: Gabriela |
13 de Febrero, 2009, 17:02:
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