Marzo del 2009
Las desventuras del joven Werther 1774 - Wolfgang Johan von Goethe Las desventuras del joven Werther esta escrita como una colección de cartas, cuyo protagonista: Werther, un joven artista de temperamento sensible y apasionado, dirige a su amigo Wilhelm. En éstas, Werther le confía datos íntimos de su estancia en el pueblo ficticio de Wahlheim (inspirado en la ciudad de Garbenheim, cerca de Wetzlar), donde queda encantado por las tradiciones simples de los campesinos. Conoce y se enamora de Carlota, una hermosa joven que cuida a sus hermanos después de la muerte de su madre. Desafortunadamente, ella ya está comprometida con Alberto, once años mayor que ella. A pesar de la pena que esta relación le origina, Werther cultiva una amistad íntima con Carlota y Alberto. Releída esta obra en nuestra época resulta un
tanto empalagosa, sin embargo no deja de estremecernos el tono cándido y
profundo del protagonista al expresar sentimientos como: “¡Qué niños somos! ¡Con qué vehemencia suspiramos por una mirada! Las
señoras salieron en coche, yo buscaba los ojos de Carlota. Su mirada vagaba, de
un lado a otro, sin dirigirse a mí. Pasó el coche y lo seguí con la vista.
Carlota sacó la cabeza por la portezuela y se volvió a mirar. ¡Ah!... ¿Era a
mí? Acaso se volvió para verme; acaso…” Y es que a pesar de la acción liquidadora del tiempo, el amor y los más profundos sentimientos del ser humano permanecen inmutables, esa es precisamente la razón de la atemporalidad de esta obra. Personajes ALBERTO: el futuro marido de Carlota es la Némesis de Werther: Un hombre razonable, moderado y reflexivo. Incluso falto de sensibilidad por eso no entiende ciertas actitudes de Werther. Con la publicación de Las desventuras del joven Werther Wolfgang Johan von Goethe empezó a destacar dentro del panorama literario alemán y por primera vez, cosa bastante inusual en los ambientes literarios, una obra produce una especie de “histeria” colectiva en toda Europa. Las obras de Goethe Entre sus principales obras podemos citar a "Werther", "Urfrust", "Meister" y, naturalmente, "Fausto". En las obras de Goethe se plasman las experiencias de su propia e intranquila vida Por sus páginas se pasean personajes que buscan desesperadamente la resolución del gran enigma de la vida humana. Por: Alfil negro |
![]() DIARIO DE UNA BUENA VECINA Janna y Maudie son dos mujeres que se encuentran por la fuerza de la rutina. Maudie se mantiene viva, a sus noventa y tantos, gracias al orgullo y Janna, con sus maravillosos cincuenta, y su trabajo satisfactorio. Janna va y viene de su trabajo con la cabeza erguida mientras analiza proyectos, planes e ideas que bullen en su cerebro diariamente, hasta que de repente tropieza con una anciana vestida de negro y con la quijada afilada como una bruja de cuentos de hadas. El caminar vacilante de la anciana, la eternidad que transcurre entre su portal y la tienda, que en realidad solo distan unos cuantos metros, hacen que Janna piense por un momento en el mundo de los ancianos y es tal la fuerza de su deseo que se convierte en amiga de Maudie, la ayuda, la acompaña, incluso actúa como asistenta y enfermera, lo cual es extraño pues Janna nunca tuvo esos arranques nobles con su propia familia. Y no se trata de esas historias de ancianos venerables, sabios y profundos que suelen aparecer en nuestro cerebro cuando pensamos en ellos, llamándolos cariñosamente “abuelos”, No, el carácter de Maudie es insoportable, ella derriba esos mitos que los no tan mayores hemos erigido en torno de los ancianos, porque quizás nos sentimos asustados ante la evidencia de la decrepitud. Sí, nos asusta la vejez, huimos en cuanto podemos de todo aquello que huele a senilidad, o en el menor de los casos cerramos los ojos. Pero Lessing nos habla de ello, nos muestra que está ahí, agazapado entre nuestras pestañas sin que lo advirtamos hasta que un día empezamos a sentir que nos cuesta subir al autobús o que las distancias se alargan extrañamente… luego vienen los dolores, pero eso es otra historia. La proximidad de la muerte, el dolor perenne de la ancianidad y en qué medida deseamos que todo termine de una vez, son las rutas a seguir en este interesante libro. Toda una revelación acerca del ciclo de la vida con un cariz diferente pero sobre todo compasivo. Por: Ágata |
Todos los días a las seis
de la tarde, cuando su trabajo se lo permitía, se tomaba unos minutos para
fantasear sentado en el banco de una plaza en la calle Felicidad. Siempre
provisto de su pequeña bolsa de gominolas que iba engullendo una, cuidando de
reservar las rojas para el final porque eran las que más le gustaban. La
distancia entre su trabajo y la calle de la Felicidad se medía en unas veinte gominolas
entre blancas, verdes, amarillas y
finalmente rojas. Le gustaba sentir la dureza
del azúcar contra su paladar hasta que finalmente la vencía, luego daba pie a
la batalla de desintegrar la goma, lentamente con la lengua iba horadando el
dulce hasta conseguir un aro perfecto. Tarea que lo mantenía entretenido hasta
que al doblar la esquina, la calle de la Felicidad aparecía ante sus ojos asombrados. Al llegar allí, se sentaba
en la pequeña plazoleta que exhibía una estatua de dudoso gusto y dos bancos
desvencijados. A veces, había agua en la fuente proveniente del cántaro de la
estatua, pero la mayoría de las veces se hallaba seca y llena de hojas
amarillas o pétalos marchitos. Cosa que le traía realmente sin cuidado, para él
lo importante era salir de su trabajo y sentarse allí antes de que el sol se
ocultara, si se le hacía tarde no valía la pena hacer el viaje. El momento
crucial era cuando el sol se escondía entre las rendijas del cántaro y las ramas
de los árboles, lo demás no importaba. Ese era el mayor placer de su vida,
bueno cuando la pareja de chiquillos no se metía con él. - Creo que no va venir – le dice Carlos a Luis – - A lo mejor hoy se
arrepiente. Estará cansado de… - la risa de Carlos impidió que Luis continuara
la frase – - Te acuerdas de los globos
de agua, pobre, terminó empapado hasta los calzoncillos, y luego la salsa de
tomate en las tablas del banco, que risa. - - Ahí llega. - Observó Luis
– - Hoy te partirás de la
risa hermano, le tengo una… - Déjalo – dijo Luis – - ¿Por qué? – pregunto
Carlos mirando el rostro de Luis - … Creo que… me he hecho
mayor. Dijo Luis con la cabeza gacha. - ¡Joder! Por: Gladys |
![]() Este personaje nació en 1964. No tenemos noticias de su gestación, por milagro del arte apareció en un hogar de clase media argentina, contando ya entre siete u ocho años, Conocimos de ella a través de "Gregorio" suplemento de Humor de la revista Leoplan. Mafalda es lo que hoy llamaríamos una enteradilla, se pasa las horas libres escuchando la radio o viendo la tele, lo que le enerva pues no soporta las injusticias y clama por la paz mundial, la igualdad de género (pone en aprietos a sus padres) y sueña con ser traductora de la ONU, más que siete años parece que albergara la edad de la humanidad, solamente deja entrever rasgos infantiles al manifestar su odio por la sopa. Otros personajes: Felipe Manolito Susanita Miguelito Libertad Guille Los padres Fuente La web oficial de Quino Por: Manolito... |
![]() Leer
el periódico un domingo en la mañana era uno de mis más entrañables placeres, a
veces lo hacía calentita en la cama, mientras bebía a sorbos muy lentos mis
primeros cafés, otras veces, cuando la luminosidad del día invitaba a salir, me
enfundaba en una ropa cómoda y me iba a la terraza del parque, siempre con mi
periódico a mano mientras saboreaba el gusto amargo de unas aceitunas con una
jarra de cerveza. ¡Ah qué placer! Pero
hablar de estas emociones es revivir un placer ya extinto, seguro que estarán
de acuerdo conmigo porque durante los últimos meses, las hojas de los
periódicos se limitan a publicar versiones de la crisis, no hay en el ámbito
mundial escritor, artista, político, economista que no encuentre hueco en sus
páginas para expresar su opinión acerca de la actual situación, unos analizan
las prehistoria de la crisis, otros la historia y los que se creen poseedores
de poderes adivinatorios, chorrean tinta sobre el futuro. ¿Y
el lector qué? El indefenso lector se pregunta si valía la pena gastarse los
dos euros con cincuenta que cuesta ese manojo de páginas para enterarse de lo
que vive en carne propia, con afán casi impulsivo lee entre líneas a ver si hay
una grieta por la que escurrirse y de pronto encontrar una salida a su triste
situación o al menos un clavo ardiendo del que aferrarse, pero nada, es como si
un informático mundial hubiese formateado
la memoria de la humanidad vaciándonos de otros contenidos. Y
ahí estamos, todos hablando de lo mismo, todos repitiendo las mismas palabras,
todos aferrados a su parcela de opinión tratando de convencer al otro de que lo que él piensa es lo único
verdadero. ¿Estamos locos? ¿Hemos perdido nuestra individualidad? la pregunta
me produce escalofrío y en un intento por salvar el poco de autenticidad que me queda, tiro el
periódico a la basura… esos dos con cincuenta euros me duelen porque había
podido tomarme otra cerveza con otra tapita de aceitunas que me hubiese dejado
más reconciliada con la vida en vez de pensar en dónde tendrán escondidos, los
cuatro mandantes de siempre, los millones del resto de la humanidad, como yo,
por ejemplo. Por: Gladys |
Somos iguales y
diferentes a la vez. Nadie está por encima ni por debajo. Nosotras damos la
vida… Vosotros fertilizáis nuestros cuerpos para crear la vida… Nosotras
tenemos cosas que Vosotros no tenéis… Vosotros suplís carencias Nuestras.
Vosotros y Nosotras NOS necesitamos. SOMOS imprescindibles, debido a que la
Raza Humana es sociable. Por eso, chicas y chicos, de vosotros depende que la
relación entre sexos se estabilice. Sólo vosotros podéis hacer cambiar a la
sociedad. En cada uno de vosotros, hombres y mujeres, está la Evolución de una
sociedad que cambia constantemente en parcelas económicas y tecnológicas, pero
que avanza con pasos tímidos e imperceptibles sobre comportamientos sociales. Este fin de
semana se conmemora la muerte de unas trabajadoras a manos de un empresario
mediocre y patético que no veía más allá de sus narices. Recordad que sólo os
tenéis los unos a los otros y que dentro de poco la sociedad dependerá de
vosotros. Es obligatorio
aprender a manejarse en la vida, pero es más importante SABER SER… En dos minutos
sonará el timbre y comenzaréis un fin de semana intenso. Prometed una cosa, por
vosotros, por vuestra profesora de Historia… Pensad al menos 5 minutos en esto
que os he dicho, si lo hacéis ya habréis hecho mucho más que algunos de
vuestros mayores, pero sobretodo os dará la posibilidad de ser algo más libres. Jimul |
Javier
se columpiaba en el parque de su niñez, desde allí contemplaba su ciudad en
forma alternativa: Ahora te veo, ahora no, ahora si, ahora no… ahora Ya
estoy aquí – escuchó la voz y se estremeció. Era la voz de Jaavier, su otra
mitad. Lo miró y en su boca se dibujó una mueca de resignación. -
¿Qué tal? le preguntó Javier volviendo a mirar las luces de la ciudad. -
Uchhh – le contestó Jaavier. -
¿Nada más? y los ojos de Javier brillaron de rabia en la penumbra del
crepúsculo. -
Supe que soy invencible en el billar – ironizó Jaavier. -
Y yo un terrible marido - dijo Javier poniéndose en pie – Por
unos instantes el columpio se balanceó con fuerza produciendo un crac crac
metálico que resonó en la noche. -
¿A dónde vas? – preguntó Jaavier – Javier
no le contestó, se alzó de hombros y se encaminó a su casa, dejando la puerta
abierta para que su “parner” entrara. Sabía que lo haría. Ya no valía la pena
preguntar nada. Se detuvo indeciso, el peso de la soledad de su casa le era
insoportable, por un momento deseó haber muerto pero estaba vivo, él si estaba
vivo, con todo lo que implicaba, en cambio… Javier
se dio la vuelta, vio a Jaavier ascender con dificultad los últimos peldaños de
la escalera y supo que bastaría un pequeño empujón, apenas un rozar de dedos
sobre el pecho para que rodara y se rompiera la crisma. Sin embargo se
arrepintió. El no era un asesino. Con la espalda encorvada se dirigió a la
biblioteca, palpó con la punta de sus dedos los libros de su infancia y se
reprochó el haberlos tenido tanto tiempo en el olvido. Se sentó en su sillón y
su mirada se detuvo en el libro que estaba leyendo la noche anterior. Con un
ligero alivio estiró la mano, buscó entre sus páginas y a medida que éstas
pasaban de un lado a otro una intensa emoción lo embargó, eso era, quizás la
clave estaba en aquella estampa de su niñez. Recordó que la noche anterior
había tenido la misma certeza al encontrarla por casualidad entre sus
cachivaches, allí estaba el álbum de la Nacional de Chocolates. Volvió a sentir
el olor de las chocolatinas Jet, su mano tropezó con la estampa en cuestión y
los recuerdos de infancia lo avasallaron. Ahí estaba, esa estampa había sido el
desencadenante de su desdoblamiento, esa imagen pertenecía al álbum que solían
llenar todos en familia desde que tenía siete años. El recuerdo de todos los
miembros de su familia aportando las estampas en las noches de los sábados los
catapultó a un tiempo en que la vida estaba sin estrenar. Recordó que fue su
hermana quien tuvo la suerte de encontrarla cuando ya todos se habían dado por
vencidos y de cómo él se la robó y lo negó ante toda la familia. Recordó su
cinismo cuando su hermana lo miró y le rogó que se la devolviera, llorando,
ella le suplicaba que estaban a tiempo para ganar aquella beca, pero él no
quiso darse por aludido, no después de haberlo negado tanto… ¿qué pensarían de
él? Javier
contempló la estampa, estaba tan arrugada y descolorida que ya no podía verse
la fotografía. La miró por detrás y las
letras estaban ilegibles. ¿A qué correspondería? Aquel era un álbum de
historia natural y del hombre, pero jamás sabría lo que aquella estampa tenía
dibujado. Jaavier
lo contemplaba bajo el marco de la puerta en silencio. Sus miradas se quedaron
adheridas la una a la otra mientras la mano de Javier destrozaba la estampa con
sus propios dedos. FIN Por: Gladys |