Mayo del 2009
![]() Hemos claudicado ante los argumentos de los cirujanos plásticos. Esperamos que os guste esta nueva imagen. L.D. |
CRIMEN Y CASTIGO Fiodor Dostoiesvky Victima de su complejo de culpa, Raskolnikov se va derrumbando hasta desmoronarse completamente. Su miseria económica y moral minan el carácter de un hombre, quebrantan su voluntad hasta anularlo por completo y en su afán por recuperar algo de su propio ser decide cometer un crimen, no porque albergue instintos asesinos, ni por venganzas o celos, simplemente para llamar la atención y por demostrarse a sí mismo que tiene la suficiente entereza moral para aguantar el remordimiento sin delatarse. Después de leer Crimen y castigo, allá por mi lejana adolescencia les confieso que no lo entendí mucho, sin embargo, después, en un afán por retomar libros olvidados de mis años de aprendizaje conductista, tomé aliento y me metí de lleno en el mundo Dostoiesvky, empezaron a crecer puentes entre el autor y su lector (yo), me conmovió la descripción de la naturaleza humana, encarnada en este personaje, en su desazón, en su locura y en su arrepentimiento y pensé en tantas y tantas injusticias sociales provocadas por hombres que continuamente se retan a sí mismos, ya sea por ganar dinero, por apabullar al vecino o simplemente porque les da la gana. Lo lamentable es que my pocos se arrepienten y muchos menos llegan a ser condenados y a cumplir su condena. Sentí al personaje como a ese ser en el que nunca quisiéramos convertirnos, en esa persona que no queremos tener cerca y mucho menos sufrir por su causa. Otros personajes: Sonia Semyonovna Marmeladova Dentro de la obra es denominada también como Sonia, o Sonechka. Es una prostituta de dieciocho años, hija de Marmeladov, capaz de infinitos sacrificios, encarna el personaje más castigado por las injusticias y la mala suerte, y sin embargo es la que más entera y noble se mantiene. Su personalidad es tan fuerte que ni todos los peores sucesos la hacen variar en su línea de persona servicial y generosa. Sigue pensando en mantener a su familia. Avdotia Romanovna Raskolnikova Denominada también Dunia, es la hermana de Raskolnikov, una chica modesta, educada sencilla, con principios y al igual que Sonia es capaz de sacrificarse por su familia. Como el resto de los personajes femeninos, es capaz de infinitos sacrificios y para eso existe; está dispuesta a inmolarse en un matrimonio absurdo. Es una feminidad abnegada. Está en la veintena, y físicamente muy parecida a Ródion, Arcadio Ivanovich Svidrigailov Es el prototipo de intelectual amargado, complicado, cínico, hipócrita, cobarde, obseso, embaucador y falaz. Es la imagen de la bajeza y del mal. Demetrio Prokofich Razumikin Antiguo compañero de universidad de Raskolnikov, se trata de una persona servicial, aplicado, competente, lleno de buenas intenciones, protector y un poco pelota. A pesar de esto, es impulsivo e irritable. Es un gran comunicador, posee un carácter despreocupado y servicial, lleno de fuerza y vigor. Alena Ivanovna Es la usurera, una mujer fea y vieja, explotadora, capaz de sacarle dinero hasta su propia hermana Su comportamiento es parasitario, aprovechándose del más débil. Por: Frank |
Con la mente vacía,
como el papel que acababa de reciclar, decidió hacer lo primero que se le
ocurriera. Buscar un trabajo. Claro que tendría que hacerlo si deseaba ser
independiente. Ya basta de caras
enfurruñadas porque la suerte la había abandonado. ¿Y qué? ¿Cuántas mujeres no
hay abandonadas en el mundo? Tenía todo para ser
feliz. Bueno le faltaba la cuenta de París Hilton, pero tampoco el caso era tan
desesperado. En el periódico venían montones de anuncios, quizás no anunciando
los empleos que a ella le gustaría tener, pero estaba dispuesta a todo. Salió a la calle.
Fue hasta el estanco, compró el periódico que le gustó y se sentó en un bar,
Boli en mano para seleccionar los avisos a los que debía llamar. Cinco cervezas más
tarde, la hoja de papel seguía en blanco y su mente hacía solitarios que nunca
ganaba. Siempre igual, toda la vida igual. Por: Gladys |
![]() Estela se
sobresaltó al escuchar su nombre en la voz de la enfermera y sintió que debía
salir corriendo de allí. Pero era tarde y sus pensamientos desfilaban ante su
razón sin que ésta lograra escoger uno que justificara su presencia en la
consulta de su doctora de cabecera. Siempre le pasaba. Se sentía culpable por
no llegar desangrándose o con el brazo colgando, pero bueno, se reconfortaba,
para eso pago mis impuestos, además podría decirse que su cerebro... Entró decidida. Sus
ojos tropezaron con otros ojos que lanzaban destellos como fuegos artificiales.
Sus rodillas temblaron. ¿Dónde estaba la doctora Carmen? El médico se presentó
y Estela juzgó que lo de menos, era no estarse desangrando. Se sentó ante él,
miraba sus manos ir del teclado del ordenador para posarse suavemente sobre el
escritorio, lo oía hablar de ciertas consultas pasadas, que debían ser de ella,
por supuesto, pero que emanadas por esa voz parecía algún dictamen universal y
no un simple acceso de... El doctor puso
sobre la pantalla una radiografía de su cerebro mientras señalaba ciertas zonas
de éste, las manos de Estela empezaron a sudar y un olor acre inundaba la
estancia. La voz masculina hablaba: “Se activan
tres zonas llamadas córtex parietal medial, córtex retrosplenial e hipocampo
posterior derecho. Las tres tienen funciones esenciales en la memoria, pero no
en la memoria verbal, sino en…” El olor iba tomando
dimensiones colosales a medida que la voz del doctor hablaba sin darse cuenta
que en la radiografía del cerebro de Estela algunas zonas pasaban del gris al
granate, luego al fucsia hasta adquirir un matiz rojo intenso. Lentamente se
volvió hacía ella y pensó que su conferencia sobre el borrador de recuerdos
tendría que posponerse por motivos extra cerebrales. |
Toma – le dijo
desapareciendo en una nube rosa – María se quedó muda. ¿Dos
escobas? ¿Y para qué coño quiero yo dos escobas? Efectivamente, entre sus
manos sostenía un par de escobas antiguas, sí, de esas de esparto que ya no se
usan. Bonitas quizás, para quien guste de coleccionar artesanías curiosas,
¿pero María? Ella recordaba vagamente haberlas visto en alguna tienda, pero
nunca vio a nadie usarlas. Su imagen de “barrendera” encajaba en una mujer de
mediana edad blandiendo una aspiradora. María tocó las escobas,
confirmó la dureza del esparto, la fuerza del palo, intentó barrer su habitación
pero la risa no la dejó terminar su labor. Avanzó hasta el balcón y probó a colocarlas a
lado y lado de las puertas, pero no le gustó el efecto óptico. Luego hizo girar
una en el aire pero se le cayó. Tampoco malabares con ellas podía hacer. ¿Y qué hago con esto? Para
un regalo que me cae del cielo, vaya Ahora en serio. Ustedes se
preguntaran, y a qué viene todo esto de las escobas, que más bien parece una
burda imitación de los cuentos de Hadas y ahí tienen razón. Pero es que siempre
me pregunté qué pasaba después, no ya del tan manido “Y fueron felices”, también me preocupaba por la bruja malvada, o el
lobo hambriento, o si llegaría el día en que el tal pulgarcito diera el estirón,
interrogantes que desde luego nadie me contestó en mi primera infancia, ni en
la segunda y mucho menos lo harán cuando llegue a la tercera o la cuarta. Una
cosa prueba esta educación, que los traumas tardan años en manifestarse y las
formas de hacerlo suelen ser más bien extrañas: dos escobas, por ejemplo en un
piso mínimo de la calle Hospital en Barcelona y el timbre de la puerta
reventando. No me había dado cuenta que estaban timbrando. Es la vecina – me digo al
mirar por la mirilla – - Hola, bona tarda,
disculpe la molestia – mi corazón se desboca, quiero lanzarme a sus pies, mezcló
catalán con español – me preguntaba, sigue ella sin oír mis pensamientos – si
usted va a salir, es que he perdido la llave del portal y como todo el mundo
anda de veraneo me da miedo quedarme fuera. Si no le importa puedo llamar a su
piso en dos horas más o menos, es que tengo que salir a… - Dios pensé, ahora me
va contar… Por qué diablos no me habló en catalán, así yo le diría que no
entiendo y se acabó, cada una a lo suyo – No me importa le interrumpo mientras
intento colocar mis escobas en algún sitio. - Bonitas escobas - suelta la anciana – - ¿Le gustan de verdad? me
las ha regalado un - ¿Quién me las dio? - Ya no se usan. ¿Las
compró para adornar? – me dice ella - - Me las regaló un Hada –
le dije mordiéndome los labios – sólo por ver que me decía. - ¿Y qué va a hacer con
ellas? – dijo la anciana acariciando las escobas como si fueran una mascota
perruna y sin asombrarse de lo del Hada. - No sé – le dije abriendo
en abanico las cerdas de las escobas – - Es usted afortunada…
siempre y cuando sepa usarlas. Adéu Y se marchó escalera abajo
tan lenta como mi entendimiento. ¿Qué me había querido decir? Se referiría a
que mi piso no estaba muy limpio o a algún poder sobrenatural. Sin pensar más
lancé las escobas dentro, até mi cabello en una coleta y salí corriendo detrás
de la anciana que había desaparecido por la escalera. Me quedé a mitad de camino, no podía ser que
hubiese salido tan rápido, noventa años se notan en esas cosas. Tampoco había
escuchado puertas abrirse o cerrarse y me parece que la anciana no hablaba con
nadie en el edificio. Un clak me aclaró las ideas. Acababa de salir. Bajé un poco más despacio
las escaleras, no sabía qué le iba a preguntar pero tenía que ir detrás de
ella. Al llegar a la calle vi como entraba en la chocolatería y la seguí. Me apoyé
en una silla al lado de ella justo cuando el camarero le ponía un tazón de
chocolate y una porción de churros. - ¿Gusta? me dijo - No, a mi el chocolate me
gusta más claro… aunque churros si - y llamé
al camarero para pedir una ración -. - ¿A qué usted vino por lo
de las escobas verdad? - Si, le respondí. - Se lo diré cuando
terminemos de merendar. Me miró con sus ojos
claros, dio un mordisco elegante a su churro y masticó con algún esfuerzo – las
muelas me dijo a manera de disculpa – se tomó su tiempo para digerir, luego
sorbió su cucharada de chocolate humeante sin quitar la vista de mi rostro.
Luego me habló de su marido, de sus hijos y el tiempo se nos fue de las manos. De eso ya hace un par de años,
nunca hubo tiempo para hablar de las escobas no lo necesitábamos, ambas
sabíamos que eso era lo de menos, pues lo importante ya lo teníamos. Habíamos
sabido usar las cosas que nos eran dadas, por ejemplo, la amistad. Aunque ahora
yo sea la única que hable. Por: Gladys |
![]() A los cuatro años su madre
lo supo con toda certeza. Este negrito tendrá hambre toda su vida y se dio la
vuelta para que aquellos ojitos no la vieran llorar. Ahora de su hijo sólo le
queda un recorte de periódico clavado en la pared, con la foto de su hijo
muerto en el naufragio de la patera, sin embargo no ha perdido la costumbre de
darle la espalda para que no la vea llorar. Por: Gladys |
Es el personaje polémico de Nabokov, Dolores, una chica de unos doce años que vive con su madre Charlotte Haze, una viuda solitaria que alquila habitaciones para redondear el presupuesto. Un día, coincidiendo con la llegada de un nuevo inquilino, Dolores empieza a sentirse intrigada ante las miradas de ese señor mayor y le gusta. Siempre es más halagüeño despertar admiración como mujer que como niña. Es agradable descubrir que esos senos pequeños provocan deseo, que el cuerpo deja el formato nevera para redondearse y haya quien se fije en esos detalles. Y ahí la psicología femenina se mueve en una zona peligrosa. El despertar del deseo sexual sorprende y descontrola, empiezan a surgir en la vida nuevos paisajes y a esa edad se desea recorrerlos todos al mismo tiempo y con el mismo afán. Se tiene hambre de vida, de experiencias, de amor, de odio. Es una pena que la novela se centre en el viejo profesor, cuando el despertar sexual de la niña es un tema con un potencial inmenso, también es de lamentar que el tema se haya erigido en bandera de pederastas o prototipos de mujeres con medias a la rodilla y minifalda de cuadros en los clubes de Streep tease. ¿A eso queda reducido el inicio sexual de una joven? ¿A eso limitan su salud sexual y su apetito sensitivo? Es innegable que el tema despierta pasiones, por algo fue prohibida en Francia, en una fecha no tan lejana. Quizás, aunque nos duela reconocerlo, nuestra modernísima sociedad aún se cubre los ojos con dos dedos. Otros personajes: El profesor Humbert Charlotte Haze ACERCA DEL
AUTOR: Vladimir Nabokov Nació en San Petersburgo el 22 de abril de 1899 y murió en Montreux – Suiza – en 1977. Escribió sus primeras obras literarias en ruso, pero se hizo dio a conocer como novelista con su obra escrita en inglés especialmente su novela, LOLITA - un retrato de la sociedad americana a través de la metáfora del viaje. Es conocido también por sus significativas contribuciones al estudio de los Lepidópteros y por su creación de problemas de ajedrez. Por: Jako |