Los 40 presos se
agolpaban en la puerta, al tiempo que eran tranquilizados, a golpes por unos
guardias que disfrutaban del trabajo. El chupinazo de rigor indicaba la
inmediata salida. La puerta se abrió y 5 presos estaban tirados en el suelo
masacrados por sus propios compañeros. Un gentío se agolpaba a los lados de la
calle, protegidos por una valla electrificada. Tras recibir varias descargas y
golpes mortales de necesidad, tres reclusos se encaminaban a trompicones, entre
los cuerpos yacentes de sus compañeros.Hacia la recta final, en aquel Nuevo
Circo un par de sonidos sordos se oyeron. Los dos presos que iban delante
cayeron inertes, manchando de sangre al tercero, paralizado ante tal espectáculo
salvaje, intentó ayudar a alguno. El ruido ensordecedor del populacho, lo
devolvió a la realidad, entrando en el Coso.
Jimul |
12 de Julio, 2009, 7:14:
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