El Capitan Acab (Ahab)  

Moby Dick

Por: Herman Melville


Cuando leí la novela tendría unos catorce años, y en aquella época me encantó, para mi era un libro de aventuras en el mar, la lucha entre la bestia y el hombre y en ese estadio fantástico se quedó hasta que los años fueron pasando.  Un día me encuentro leyéndosela a mi hijo y la historia me parece otra: Ahora es la historia del capitán Acab, el mejor ballenero del mundo, un hombre atormentado por la oscura obsesión de cazar a una ballena blanca que, sin poder escapar a su destino, conduce a la muerte a la tripulación de su barco y a sí mismo. A través del hielo y las tormentas, Acab busca sin descanso al monstruo blanco, lo persigue hasta el fin del mundo para mirarle a los ojos y clavarle un arpón. «Esa orca de nieve será mía o moriré en el intento», les dice a sus hombres cuando flaquean. Sin hacer caso al bondadoso contramaestre que le advierte de que es un viaje suicida, Acab se encuentra por fin cara a cara con la ballena blanca, el capitán se desangra a lomos de esa «bestia imponente», hermosa, grandiosa y monstruosa que un día trastocó su vida en muerte sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.

Sin querer o tal vez si cambio la historia y la termino lo antes posible, apago la luz del cuarto de mi hijo y salgo al pasillo, respiro aliviado y me preguntó si hice bien en cambiarle la historia y me prometo preguntarle al día siguiente que piensa del capitán Acab mi hijo de seis años.


Sal
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