10 de Octubre, 2009
![]() -1- Una
mano, ajena a la mía, hurga una piedra, se retuerce buscando algo en sus
entrañas, extrae una materia gelatinosa que cae en mi boca gota a gota. -2- Una
fiesta. La gente va y viene, cuerpos de hombres musculosos, deseo convertido en
gotitas de sudor. Todo es eterno y vago, incluso mi cuerpo no está presente. -3- Calma
por unos días, ciudad ajena, calles y avenidas llenas de estatuas. Empezamos el
antiguo juego, era mi turno, les grité ESTATUA, de eso hace ya muchos años. -4- A
mi cabaña de madera le mande a hacer un tatuaje. -5- He
puesto plomos en los bajos de las cortinas. No quiero que nadie las abra,
detrás de ellas no hay fantasía. Selvática |
¿Cómo puedes decir qué no me quieres? ¿Qué sombra maligna ha
borrado el amor que decías tenerme? Mira
mi asombro, mira la locura en mis ojos. Estoy viendo a un espectro que se ha
apoderado de tu cuerpo. Sólo así mi corazón angustiado puede aceptar esas
palabras frías que salen de tu boca. Esos ojos oscuros que me miran tras esas
pestañas, tantas veces besadas por mis labios, no son los tuyos, esas manos que
aún conservan la curva de mis caderas, ahora se aferran al picaporte de la
puerta para desaparecer de mi vida. No lo entiendo. Ven,
ven a nuestra habitación, mira, las sábanas, aún están calientes, y allí, ¿lo
ves?, ese es el hueco que dejas todas las mañanas en la almohada y sobre la
mesita, el libro de poemas que aún no se ha arrugado, no tiene dobleces, ni
siquiera conserva la huella de tus dedos. ¿Cómo puedes irte si aún no hemos
gastado el amor, si apenas lo saboreamos. No, no te vayas, por lo menos no lo hagas hasta que lo
entienda, ¿soy yo? Acaso las sombras de la noche traicionera cayeron sobre mi
desfigurándome, convirtiendo mi belleza en algo repulsivo a tus ojos. ¿O mi voz
se ha convertido en un monótono ruido del cual hay que alejarse para no perder
la razón? El amor no muta de la noche a la mañana, a menos que sea voluble como un viento de
verano y el nuestro no era así, el nuestro estaba llamado a ser la más grande
expresión que dos cuerpos pueden dejar sobre la tierra, no tengo ninguna duda
al respecto, eso que construimos con nuestros cuerpos era lo más maravilloso
que los humanos pueden sentir, ese calor habría podido derretir nuestros
huesos, esas caricias trascendieron los cuerpos y nuestras manos rozaron el infinito. Mira, también mis
manos, conservan el hueco de tu rostro.
Mira. Espera, déjame acercarme un poco, lo verás con tus propios ojos, ves, ves
como mis manos encajan exactamente en tu rostro. Soy la misma de anoche.
Escucha, en la habitación suena todavía tu voz, ¿la escuchas? ¿No es cálida? ¿No es ronca y profunda? ¿No lo escuchas verdad? Ya no estás aquí, por lo menos el
amante no está, él ha dejado en su lugar un hombre que se parece a él. Abre la puerta. ¡Aléjate! Jamás podré entender qué sucedió
entre el sueño del amanecer y el primer cigarro de la mañana. ¡Vete!. Este hombre
que me mira de lejos con la mano sobre el picaporte no es el mismo que amé y no
lo entiendo. No entiendo y sé que la inteligencia jamás será capaz de dilucidar este misterio,
pero mi cuerpo sí, mi cuerpo ya siente frio y hambre y repulsión por ese ser
que abre ahora la puerta. ¡Sal!. Mira las calles, huele la lluvia, deja que te empape
la cara, que las gotas resbalen por esa barbilla perfecta, siente como el agua
lava mis huellas de tu piel, mira los ríos que se forman en la calle y que
resbalan hasta la esquina, huele las flores de los jardines vecinos, en la casa
de la señora Alicia, la que vive en la esquina, en su jardín hay unas flores blancas
que huelen muy bien, es una pena que no recuerde su nombre, podrías, si quieres
tener un detalle con un nuevo amor, regalárselas. Pero, bueno, es mejor que la
memoria me juegue estas pasadas, no creas que soy tan noble como para desear
verte feliz en otros brazos, tampoco te deseo mal, solamente digo estas cosas
para que el corazón no me estalle. Es sólo un momento, dentro de un rato
volveré a escuchar la canción que anoche me entonabas al oído y te aseguro que
seré feliz. Por qué yo, si te he amado. Los aplausos del público no dejaron terminar los acordes de la canción. Yo miré a mi compañero y supe, que él también, después de desayunar me miraría desde la puerta antes de desaparecer. La diferencia entre la letra de la canción y la vida real, está en los años en que él ha tardado en tomar la decisión mientras yo lo observaba. Gladys |
Desde
muy pequeña, cuando un escritor hablaba de una mujer pensaba en que ese hombre
estaba equivocado. Nadie, sólo una mujer sabe de sí misma… y a veces ni
siquiera. Entonces, ¿eso que escribían no eran más que mentiras, o por lo menos
deseos de un hombre respecto a una mujer? Es decir retratos de lo que ellos
pensaban que era una mujer. Eso me molestaba. Y
aún siento algún escozor, por eso no me gusta ese personaje, no lo considero
como tal, no es de carne y hueso, solamente es el boceto de una mujer producido
por una mente calenturienta, como la del loco de La Mancha. Yo. |
CONTRATO DE ADQUISICION DE
SERES HUMANOS El siguiente artículo fue publicado en el diario “El
Defensor de Canarias, el 13 de diciembre de 1928, se trata de la reproducción
de una nota publicada por otro diario: La Defensa de Medellín, Colombia, sin
especificar fecha. Reproducida a su vez aqui... como ven, eternamente condenados a reproducir nuestras miserias. “Paquebote nombrado
San Luis. Juan Simón Cordero – un negro en 258
patacones, en 20 de julio de 1725. Yo, Don Juan Johnson, factor
administrador general de la Real Compañía de Asiento, establecida para la
introducción de negros esclavos en esta América, por lo que toca a esta ciudad
de Cartagena y sus individuos, viendo realmente y en efecto a Juan Simón
Cordero y un negro de los introducidos por el paquebote nombrado San Luis, de
corta edad y señales como al pie se refiere. Marcado con la marca Real en el
pecho derecho y con la marca de este asiento en la espalda izquierda, (al
margen hay signo o marca), en precio y en cantidad de 258 dólares, quien pagará
de contado dicho Juan Simón Cordero a un dicho factor, el cual dicho negro
vendo con todas sus tachas, malas o buenas, alma en boca, costal de huesos,
excepto gota coral, o sea mal de corazón, y que la real hibitoria de esta
enfermedad será notoria dentro de dos meses de la fecha de éste, conforme al
uso. Y yo, dicho Juan Cordero, recibo dicho negro en la forma referida y para
que conste en toda forma, teniendo al pie del recibo de mi el duplicado este
contrato de venta, que quiero valga y en señal de posesión del comprador, he
firmado dicho factor para que en su virtud pueda dicho Don Simón Cordero
disponer de dicho negro como más le convenga. Y así otorgo y firmo el presente,
sellado con el sello de la Real Compañía y refrendado por el secretario de
ella, y de este tenor se han firmado dos, de los cuales uno se entregará a
dicho Juan Cordero y otro firmado por dicho contador, quedará en esta factoría
de Cartagena de Indias, a 20 de Junio de 1725, siendo el negro contenido en
este despacho de Casta Arará, edad de 20 años, poco más o menos, con zajadotas
en las sienes y la frente. - Juan Johnson – “ Lo que asombra de este artículo
publicado hace tantos años es su actualidad, nadie, ningún gobierno, ningún
país ha logrado exterminar el comercio de seres humanos, al contrario, lo auspician, más o menos veladamente por supuesto, otros, simplemente
bombardean arrasando todo lo que encuentran a su paso. L.D. |
Muchas horas por delante, las
manos en los bolsillos y las ganas de devorar calles, de saborear rincones y de
tomar la vida por los cuernos. No, el toro, bueno qué importa. En el armario de su habitación había
una maleta que se había negado a deshacer. La de sus sueños. Las otras, ya se
habían deshecho bajo la acción trituradora de la rutina. Los ahorros aguantaron
lo esperado y lo poco que ganaba aguantaba bien. Estaba contento. Y sin muchos
aspavientos, podría decirse incluso, que era feliz. Desde que aterrizó se juró
a sí mismo huir de sus plañideros compatriotas, se adaptaría de la mejor manera
posible y lo había cumplido. Si alguien le tomara dos fotografías simultáneas
pero una de ellas lo reflejara de cinco años atrás, si fuera posible, no podría
afirmar que fuesen la misma persona. Uno cambia. Es verdad. El caso es que estaba contento con su vida,
feliz con esta nueva tierra, enamorado de su mujer y de sus amigos; las “zs”
que brotaban de su boca eran auténticos sonidos sibilantes. No podía quejarse,
el cambio era un gran salto en el plano particular de su vida. Aunque esa
maleta… ¡aichh! Ese domingo, justo antes de salir del
metro se dijo que debería deshacer aquella maleta. No tenía sentido guardarla. Decidido
y reconfortado, se reunió con sus amigos en una esquina cercana al templo del
fútbol. Yaaa, no se asombren. Hombres correteando, subiendo y
bajando, el ruido ensordecedor del monstruo, ¿quién se resiste? Él, no era la
excepción, en su país sufría colapsos cuando el verde de su equipo caía
derrotado, o llegaba al éxtasis, sobre todo cuando éste ganó la única copa
libertadores que… ¡La
maleta! Un
vértigo le recorrió la columna, una niebla borró la multitud, acalló al
monstruo que en ese momento se levantaba de las gradas y gritaba aún más,
mientras ondeaba banderas blancas; entonces se vio a sí mismo corriendo por las
calles ondeando la bandera verde por las avenidas de su ciudad, abrazándose con
el primer desconocido que se le pusiera delante. La ensoñación desapareció y una mirada fugaz
a sus amigos le impulsó a levantarse, a alzar los brazos y su garganta se
desgarró mientras de ella salía la palabra: campeones ¡ole, ole, oleeeee! Ya se imaginarán, donde fue a parar la dichosa
maleta, ¿verdad? Gladys |