10 de Octubre, 2009, 6:51: Selváticaminirelatos

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Una mano, ajena a la mía, hurga una piedra, se retuerce buscando algo en sus entrañas, extrae una materia gelatinosa que cae en mi boca gota a gota.

-2-

Una fiesta. La gente va y viene, cuerpos de hombres musculosos, deseo convertido en gotitas de sudor. Todo es eterno y vago, incluso mi cuerpo no está presente.

-3-

Calma por unos días, ciudad ajena, calles y avenidas llenas de estatuas. Empezamos el antiguo juego, era mi turno, les grité ESTATUA, de eso hace ya muchos años.

-4-

A mi cabaña de madera le mande a hacer un tatuaje.

-5-

He puesto plomos en los bajos de las cortinas. No quiero que nadie las abra, detrás de ellas no hay fantasía.

Selvática

10 de Octubre, 2009, 6:34: GladysGeneral

 

         ¿Cómo puedes decir qué no me quieres? ¿Qué sombra maligna ha  borrado el amor que decías tenerme? Mira mi asombro, mira la locura en mis ojos. Estoy viendo a un espectro que se ha apoderado de tu cuerpo. Sólo así mi corazón angustiado puede aceptar esas palabras frías que salen de tu boca. Esos ojos oscuros que me miran tras esas pestañas, tantas veces besadas por mis labios, no son los tuyos, esas manos que aún conservan la curva de mis caderas, ahora se aferran al picaporte de la puerta para desaparecer de mi vida.

No lo entiendo. Ven, ven a nuestra habitación, mira, las sábanas, aún están calientes, y allí, ¿lo ves?, ese es el hueco que dejas todas las mañanas en la almohada y sobre la mesita, el libro de poemas que aún no se ha arrugado, no tiene dobleces, ni siquiera conserva la huella de tus dedos. ¿Cómo puedes irte si aún no hemos gastado el amor, si apenas lo saboreamos.

         No, no te vayas, por lo menos no lo hagas hasta que lo entienda, ¿soy yo? Acaso las sombras de la noche traicionera cayeron sobre mi desfigurándome, convirtiendo mi belleza en algo repulsivo a tus ojos. ¿O mi voz se ha convertido en un monótono ruido del cual hay que alejarse para no perder la razón?

         El amor no muta de la noche a la mañana,  a menos que sea voluble como un viento de verano y el nuestro no era así, el nuestro estaba llamado a ser la más grande expresión que dos cuerpos pueden dejar sobre la tierra, no tengo ninguna duda al respecto, eso que construimos con nuestros cuerpos era lo más maravilloso que los humanos pueden sentir, ese calor habría podido derretir nuestros huesos, esas caricias trascendieron los cuerpos y nuestras  manos rozaron el infinito. Mira, también mis manos,  conservan el hueco de tu rostro. Mira. Espera, déjame acercarme un poco, lo verás con tus propios ojos, ves, ves como mis manos encajan exactamente en tu rostro. Soy la misma de anoche. Escucha, en la habitación suena todavía tu voz, ¿la escuchas? ¿No es cálida?  ¿No es ronca y profunda?

         ¿No lo escuchas verdad? Ya no estás aquí, por lo menos el amante no está, él ha dejado en su lugar un hombre que se parece a él.

         Abre la puerta. ¡Aléjate! Jamás podré entender qué sucedió entre el sueño del amanecer y el primer cigarro de la mañana. ¡Vete!. Este hombre que me mira de lejos con la mano sobre el picaporte no es el mismo que amé y no lo entiendo. No entiendo y sé que la inteligencia  jamás será capaz de dilucidar este misterio, pero mi cuerpo sí, mi cuerpo ya siente frio y hambre y repulsión por ese ser que abre ahora la puerta.

         ¡Sal!. Mira las calles, huele la lluvia, deja que te empape la cara, que las gotas resbalen por esa barbilla perfecta, siente como el agua lava mis huellas de tu piel, mira los ríos que se forman en la calle y que resbalan hasta la esquina, huele las flores de los jardines vecinos, en la casa de la señora Alicia, la que vive en la esquina, en su jardín hay unas flores blancas que huelen muy bien, es una pena que no recuerde su nombre, podrías, si quieres tener un detalle con un nuevo amor, regalárselas. Pero, bueno, es mejor que la memoria me juegue estas pasadas, no creas que soy tan noble como para desear verte feliz en otros brazos, tampoco te deseo mal, solamente digo estas cosas para que el corazón no me estalle. Es sólo un momento, dentro de un rato volveré a escuchar la canción que anoche me entonabas al oído y te aseguro que seré feliz. Por qué yo, si te he amado.

 

         Los aplausos del público no dejaron terminar los acordes de la canción. Yo miré a mi compañero y supe, que él también, después de desayunar me miraría desde la puerta antes de desaparecer. La diferencia entre la letra de la canción y la vida real, está en los años en que él ha tardado en tomar la decisión mientras yo lo observaba.

Gladys

10 de Octubre, 2009, 6:17: YoF1 Portal Sur

        



         Desde muy pequeña, cuando un escritor hablaba de una mujer pensaba en que ese hombre estaba equivocado. Nadie, sólo una mujer sabe de sí misma… y a veces ni siquiera. Entonces, ¿eso que escribían no eran más que mentiras, o por lo menos deseos de un hombre respecto a una mujer? Es decir retratos de lo que ellos pensaban que era una mujer.

         Eso me molestaba. Y aún siento algún escozor, por eso no me gusta ese personaje, no lo considero como tal, no es de carne y hueso, solamente es el boceto de una mujer producido por una mente calenturienta, como la del loco de La Mancha.

Yo.

10 de Octubre, 2009, 6:07: L.D.General




CONTRATO DE ADQUISICION DE SERES HUMANOS

 

         El siguiente artículo fue publicado en el diario “El Defensor de Canarias, el 13 de diciembre de 1928, se trata de la reproducción de una nota publicada por otro diario: La Defensa de Medellín, Colombia, sin especificar fecha. Reproducida a su vez aqui... como ven, eternamente condenados a reproducir nuestras miserias.

 

         “Paquebote nombrado San Luis.

         Juan Simón Cordero – un negro en 258 patacones, en 20 de julio de 1725.

         Yo, Don Juan Johnson, factor administrador general de la Real Compañía de Asiento, establecida para la introducción de negros esclavos en esta América, por lo que toca a esta ciudad de Cartagena y sus individuos, viendo realmente y en efecto a Juan Simón Cordero y un negro de los introducidos por el paquebote nombrado San Luis, de corta edad y señales como al pie se refiere. Marcado con la marca Real en el pecho derecho y con la marca de este asiento en la espalda izquierda, (al margen hay signo o marca), en precio y en cantidad de 258 dólares, quien pagará de contado dicho Juan Simón Cordero a un dicho factor, el cual dicho negro vendo con todas sus tachas, malas o buenas, alma en boca, costal de huesos, excepto gota coral, o sea mal de corazón, y que la real hibitoria de esta enfermedad será notoria dentro de dos meses de la fecha de éste, conforme al uso. Y yo, dicho Juan Cordero, recibo dicho negro en la forma referida y para que conste en toda forma, teniendo al pie del recibo de mi el duplicado este contrato de venta, que quiero valga y en señal de posesión del comprador, he firmado dicho factor para que en su virtud pueda dicho Don Simón Cordero disponer de dicho negro como más le convenga.

         Y así otorgo y firmo el presente, sellado con el sello de la Real Compañía y refrendado por el secretario de ella, y de este tenor se han firmado dos, de los cuales uno se entregará a dicho Juan Cordero y otro firmado por dicho contador, quedará en esta factoría de Cartagena de Indias, a 20 de Junio de 1725, siendo el negro contenido en este despacho de Casta Arará, edad de 20 años, poco más o menos, con zajadotas en las sienes y la frente.

        - Juan Johnson – “

 

        

         Lo que asombra de este artículo publicado hace tantos años es su actualidad, nadie, ningún gobierno, ningún país ha logrado exterminar el comercio de seres humanos, al contrario,  lo auspician, más o menos veladamente por supuesto, otros, simplemente bombardean arrasando todo lo que encuentran a su paso.

L.D.

10 de Octubre, 2009, 6:01: Gladysbogotá

 

         Muchas horas por delante, las manos en los bolsillos y las ganas de devorar calles, de saborear rincones y de tomar la vida por los cuernos. No, el toro, bueno qué importa.

         En el armario de su habitación había una maleta que se había negado a deshacer. La de sus sueños. Las otras, ya se habían deshecho bajo la acción trituradora de la rutina. Los ahorros aguantaron lo esperado y lo poco que ganaba aguantaba bien. Estaba contento. Y sin muchos aspavientos, podría decirse incluso, que era feliz. Desde que aterrizó se juró a sí mismo huir de sus plañideros compatriotas, se adaptaría de la mejor manera posible y lo había cumplido. Si alguien le tomara dos fotografías simultáneas pero una de ellas lo reflejara de cinco años atrás, si fuera posible, no podría afirmar que fuesen la misma persona. Uno cambia. Es verdad.  El caso es que estaba contento con su vida, feliz con esta nueva tierra, enamorado de su mujer y de sus amigos; las “zs” que brotaban de su boca eran auténticos sonidos sibilantes. No podía quejarse, el cambio era un gran salto en el plano particular de su vida. Aunque esa maleta… ¡aichh!

         Ese domingo, justo antes de salir del metro se dijo que debería deshacer aquella maleta. No tenía sentido guardarla. Decidido y reconfortado, se reunió con sus amigos en una esquina cercana al templo del fútbol. Yaaa, no se asombren.

         Hombres correteando, subiendo y bajando, el ruido ensordecedor del monstruo, ¿quién se resiste? Él, no era la excepción, en su país sufría colapsos cuando el verde de su equipo caía derrotado, o llegaba al éxtasis, sobre todo cuando éste ganó la única copa libertadores que…

¡La maleta!

Un vértigo le recorrió la columna, una niebla borró la multitud, acalló al monstruo que en ese momento se levantaba de las gradas y gritaba aún más, mientras ondeaba banderas blancas; entonces se vio a sí mismo corriendo por las calles ondeando la bandera verde por las avenidas de su ciudad, abrazándose con el primer desconocido que se le pusiera delante.

         La ensoñación desapareció y una mirada fugaz a sus amigos le impulsó a levantarse, a alzar los brazos y su garganta se desgarró mientras de ella salía la palabra: campeones ¡ole, ole, oleeeee!

         Ya se imaginarán, donde fue a parar la dichosa maleta, ¿verdad?

 

Gladys