![]() Miró a sus amigos mientras su
cerebro trabajaba a mil por segundo buscando un brindis original. Por su cabeza
desfilaron vertiginosamente todas las mujeres que deseó, los millonarios a
quienes envidió, los deportistas a quienes intentó imitar, los cantantes
famosos… un segundo especial para Jacko… Sus amigos lo miraban expectantes. -
Ya
voy, ya voy. Todo tiene su tiempo. -
Joder,
a ver si te vas a arrepentir. -
Espera
hombre, déjame pensar. Vale, ya está. ¡Por mí mismo! Oprimió el gatillo.
Un golpe seco estalló en la habitación, y la adrenalina en el recinto de su
cabeza, borrando el mundo a su alrededor. Pasados unos segundos, las figuras
empezaron a recobrar su apariencia natural, reconoció el rostro de cada de sus
amigos- continuaban en la misma posición - mientras su mano abandonaba, sin
fuerzas, el arma. Se levantó de la silla, el sudor caía a chorros calientes por
su cuerpo, avanzó hasta la ventana, la abrió y el frio de la madrugada congeló
sus ropas endureciéndolas hasta que empezaron a cortarle la piel. Pedro, a la cabecera de la mesa, se
incorporó, tomó el arma, la hizo girar sobre la superficie de la mesa. Los
cuatro amigos, Javier había quedado fuera del grupo, fijaron su mirada sobre el arma hasta que
ésta empezó a disminuir los giros deteniéndose frente a Pablo. Pablo dudó en
tomarla. Era demasiado pronto. Le faltaban muchas cosas por hacer, tendría que
terminar algunos temas, hablar con algunas personas, visitar algunos países que
siempre le habían atraído, acostarse con… no eso no, el deseo lo había
abandonado hacía ya varios años. ¡Por el sexo! Dijo en voz alta tomando la
pistola sin dar apenas tiempo a los amigos para dedicarle los últimos minutos
antes de que el sonido los rescatara de sus propios pensamientos. Todo fue un
solo acto, las miradas, el ruido, luego el silencio profundo, después el
renacimiento. Tampoco Pablo los abandonaría. Al menos esa noche. Volvió Pedro a
girar la pistola, que se detuvo en frente de Carlos, éste brindó por “su puta
vida” mientras miraba al grupo fijamente. Afuera el ruido del
año nuevo estalló, las tracas se unieron a los estallidos de la pólvora, las
sirenas ahogaron los aullidos de la humanidad. Un año iba a empezar y cada uno
de los seis mil millones de habitantes de la tierra cumplía su cometido más o
menos con la misma fe de siempre. ESTE AÑO VA A SER MEJOR. Pedro acarició el
arma. Siguiendo el ritual que los unió en la época de la universidad, el último
sería indultado. Él. Indultado. Se ve que aún tenía arena en su reloj particular. Se levantaron de la mesa, guardaron el arma y abrieron la puerta. Afuera sus respectivas mujeres rodeadas de los niños los esperaban. María, la mujer de Pedro se bebió la copa de champan apresuradamente. Volvía a respirar aliviada. Otro año más. Gladys |