Avergonzados estamos todos los colombianos que tuvimos una esperanza de ganarle a la corrupción, al clientelismo y a la sinrazón de la violencia. Avergonzados por haber perdido esta oportunidad de dar un paso al frente y empezar a construir un país en ruinas, no solo físicas sino morales. No tenemos disculpa, no fuimos capaces de parar la apisonadora y ni siquiera tenemos un hueco donde ocultar nuestra vergüenza. Seguiremos siendo unos parias, sin país y sin ilusiones. Lo único que nos queda es un lugar imaginario particular pero terriblemente solo. |