Si señora, lo dejó todo escrito antes de que pasara lo que pasó.

      Dice que estaba de pie en el patio mirando las nubes y de un momento a otro empezaron a saltarle sobre el cuerpo unos lagartos, de esos pequeños que rondan por ahí.  Parecían llegar de todas partes, le caían sobre las piernas, el pecho, la espalda, los brazos, sin embargo el que más le molestó fue el que que se posesionó de sus cervicales. De ese no se podía liberar por más esfuerzos que hizo, fue como si le aprisionara la médula y la fuera succionando poco a poco.

      No se espante señora, esas cosas pasan. Venga. Acérquese. ¿Ve esa rendija entre las piedras?. Pues por ahí desapareció.

      Guardé esos garabatos que escribió antes de que pasara lo que pasó. Aunque yo prefiero contarlo así no me crean.


      Selvática