8 de Agosto, 2012, 5:58: GladysGeneral

 

          Quizás no debería contarte esto - le dijo mirándolo a  través del vaso de cerveza - descubriéndole solo una parte de su rostro, aunque también para darse tiempo a cambiar el tono, dependiendo de la expresión de él.

            A veces, siento la necesidad de salir corriendo, sobre todo por las tardes, entre las cinco y las ocho. Esas horas me desquician. Siempre es así, sobre las cinco me desintegro, la mujer que soy yo desaparece, me miro las manos y no las veo, me toco la cara y allí no hay nada, solo un espacio vacío y por dentro pasa igual, ¿a dónde van mis vísceras? No tengo ni idea, En el lugar en que debería estar yo, solo hay un dolor muy grande. Sé que es un dolor porque me falta el aire, no porque me lo digan la barriga o el pecho.
 
            Unas burbujas de cerveza le robaron retazos del rostro del hombre que la escuchaba.

             Aquello empezó hace mucho tiempo, fue una noche al cruzar una avenida de mi ciudad; debían ser las doce o algo así, yo caminaba sola, encuentro irresistible caminar de noche por las ciudades, me encanta mirar el cielo negro y las luces de los edificios pensando que las estrellas fugaces no son más que farolas de coches a gran velocidad.

            Odias las grandes ciudades, ya lo sé.

             Esa noche iba caminando muy despacio, llevaba una falda larga hasta los tobillos y el viento jugueteaba entre mis piernas, no me sentía ni triste ni alegre. Cuando llegué a la mitad de la calle alguien gritó desesperadamente mi nombre en la oscuridad. Era la voz de un hombre que me llamaba pero yo no reconocía esa voz  y sin embargo lo pronunció como si me quisiera rescatar de algo que estaba en frente de mi y que yo no podía ver.

             Miré hacía atrás buscando al dueño de la voz y no ví a nadie, desanduve mis pasos, busqué por la acera, en los quicios de las puertas, en los parterres llenos de flores. No había nadie. Y entonces me desdoblé, una es el saber y otra la ausencia, una es la tibieza, la otra el dolor de un recuerdo.

      
      ¿Te aburro verdad? - le dijo mientras su rostro asomaba detrás del vaso de cerveza.

             Lo siento, pensé que debía decírtelo, pues aún no he encontrado esa parte mía que se quedó buscando una voz que le advertía.

 

 



8 de Agosto, 2012, 5:50: GladysGeneral


             Cuando la conocí su vida se enredaba entre las plumas de sus pájaros. Su larga falda capoteaba entre vuelos fugaces de cacatúas, canarios, mirlos, aves del paraíso o guacamayos.
             Me intrigó una tienda de pájaros en medio de una calle llena de bares y discotecas, letreros luminosos, copas de neón, mesas en la acera y en medio de eso un pequeño recuadro de cartón con letras desteñidas: Pet Shop. Jaulas colgando en el marco de la puerta, a lado y lado de las paredes.
            Entré por aburrimiento, no me gustan los animales enjaulados, solamente estaba allí esperando que la noche cayese para volver a mi cueva platónica, donde tan a gusto me sentía. Miré su cara, tenía algo de ave, pero no me refiero a su nariz, eran sus ojos, tan inescrutables como los de los guacamayos. Yo pensé que debía fingir para entablar conversación, le dije que me gustaban los pájaros - pero cuando miento empiezo a hablar sin parar y me delato - me di cuenta que ella sabía que mentía y sin embargo me seguía mirando como esperando pacientemente a que terminara mi comedia.
             De la comida para cacatúas pasé a Shakespeare - alguien hablaba por mi, seguro - alguien que ironizó sobre el precio de la carne humana y esa fue el arma que rompió las murallas.
             Días de pasión, noches de charlas interminables, miradas que no se despegaban ni al cerrar los ojos, corazones que volaron sobre el universo hasta que los ojos inescrutables se impusieron, las miradas se despegaron, las palabras se congelaron, mientras las noches, seguían largas pero solitarias.
             Sucedió así, se desvaneció así, tan absurdamente como un letrero Pet shop en medio de una calle llena de bares de copas, y, tan absurdamente como llegó, desapareció y renació convertido en placebo. Sí, yo me encargo de fabricarlo, dedico horas enteras a componer historias, creo personajes, regalo palabras a labios imaginarios, doy movimiento a faldas capoteando entre plumas, es tal el realismo que le imprimo, que a veces llego a escuchar su voz y la de sus pájaros, aunque ahora odio a Shakespeare.

 




8 de Agosto, 2012, 5:40: GladysGeneral



         Afuera la gente vive, las calles se llenan de emociones, amores, traiciones, odios y pasiones; se llenan de personas palpitantes. Caminan por las aceras ávidos de morder, muestran sus cuerpos morenos como mapas que sería delicioso recorrer.

            Con la vista esquivando el humo del cigarrillo, me asomo a esas vidas y a algunas de ellas quisiera seguirlas con los ojos cerrados, incluso una vez me atreví a intentarlo y por unos instantes saltaron las estrellas.

            Cuando el resplandor se apagó, cerré los ojos para ver lo que había pasado y vi que mi corazón lucia un letrero muy grande, en todos los idiomas. RESERVADO.

            Sigues ocupando mi corazón, sin embargo, sospecho que no volveré a verte jamás.


8 de Agosto, 2012, 5:25: SelváticaAlaprima

            Una tras otra, aunque a veces la noche no les da tiempo a aparecer, se van dibujando en mis sueños mil y una puertas. A veces salen de un libro de Murakami, otras de las leyendas urbanas, ocasionalmente de mi infancia en aquella enorme casa donde un loro se paseaba frente a ellas todo el día con alegre paciencia pidiendo su ración de cacao.

        Son puertas de madera, de metal o cristal, algunas pintadas, otras desconchadas, cuarteadas, con o sin cristales… pero ninguna de ellas tiene pestillo, así que las abro cuando quiero, me asomo a ellas, oteo su interior y en ocasiones entro sin saber muy bien por qué.

            Lo que hay tras esas puertas no necesita materializarse, no se viste de palabras, ni requiere espejos para reflejarse, simplemente está ahí y seguirá estando mientras respire. Lo que hay tras las puertas es mi vida, no necesitas saber nada más de mi.

8 de Agosto, 2012, 5:17: Selváticaminirelatos


            No cayó de golpe, no provocó gran estruendo al estrellarse contra el asfalto, tampoco, produjo cataclismos ni removió el mundo.

            Y no fue una brizna de hierba lo que cayó, ni una mota de polvo, ni un pétalo arrugado y mustio al desprenderse de su tallo.

            Fue mi ilusión, mi vida entera, la pasada, presente y futura, mi pasión, mi locura, mis entrañas, mis palabras, mi voz, mis manos, mis piernas, los archivos de mi cerebro, las personas que me conformaron, mis lágrimas y mi risa… todo se fue al suelo, se desparramó sobre el asfalto ante mis ojos dibujando los trozos de lo que alguna vez fui.

            Después del asombro, de la parálisis he aceptado que tengo que agacharme, tengo que doblar mi espalda, apoyarme con las manos y las rodillas y empezar a recoger mis astillas, a ver qué hago con ellas.

            Cerca de mi se hallan las más pesadas, las que no tuvieron fuerzas para desplazarse lejos, pero también son las que están prácticamente deshechas, un poco más allá, están las livianas, las que debido a su poco peso, resistieron mejor la caída, y casi fuera de mi alcance, se hallan las esenciales, las que tienen el poder para cohesionar lo que queda de mi.