Tu rostro se esconde tras las esquinas de la ciudad, tu aliento se disfraza de aire dentro de los pulmones, tu voz se agazapa tras mis palabras, tus pies caminan debajo de las huellas de los míos, te mueves al mismo ritmo que yo.
            Y sin embargo, cuando me detengo para contemplarte, cuando mi voz deja espacio a la tuya, cuando mis pulmones dejan de respirar para dar paso a tu aire, desapareces. A veces pienso que vives solo en mi imaginación, que no eres más que un sueño oculto en un cuerpo que inventé.
            Ah, la educada razón asiente, la cordura y la sensatez se confortan con estas últimas palabras mientras tu sonríes detrás de las cortinas.