Hacienda
vigila cada uno de nuestros movimientos con una lupa gigantesca de alta
precisión, de ahí que se haya convertido en ley divina aquello de que
"puedes engañar a todo el mundo menos a hacienda".
Gracias a su labor, el resto de
mortales hemos descubierto los agujeros negros por donde se nos escapó el
dinero producto de ahorros de toda una vida, o el que nos descuentan de
nuestras magras nóminas, bueno los que tengan la suerte de tenerla.
Cada día nos despertamos con nuevas
revelaciones, casi no alcanzamos a cerrar la boca ante el asombro e indignación
cuando aparece un nuevo caso de corrupción y evasión fiscal.
Cuando se trata de dinero el sistema
funciona de maravilla, las alarmas
retumban amenazando sus cimientos y poniendo en marcha un protocolo de
actuación tan certero y efectivo que ya lo querrían muchos para sí mismos -
salud, por ejemplo - para cerrar todos los resquicios por donde se pueda
escapar un mísero centavo, y que ningún bolsillo particular se hinche
demasiado, incluso cuando ese mismo bolsillo haya sido cosido por el sistema
para auto alimentarse con créditos e intereses.
Se señala la corrupción, se acude a
los medios de comunicación para montar el reallity apelando al lado más sensible
de los ciudadanos: su economía; se condena en plaza pública a las marionetas
que pagaban con las dichosas tarjetas y quizás, si devuelven el dinero o
terminen con sus huesos en la cárcel la gente se calme, pero eso será una
cortina más de humo, un paño de agua
tibia que necesita de chivos expiatorios para esconder lo que verdaderamente
está siendo engullido por este sistema, que como Saturno, alimenta su hambre
devorando a sus propios hijos: la educación, la seguridad social, las
pensiones, la vivienda y hasta el derecho a ejercer el voto, que parecía
inamovible.
Preguntemonos por un momento, ¿si
hacienda no hubiese echado en falta esos dineros, habría tenido tanta
resonancia el caso de las tarjetas opacas?
¿Por qué no hay tanto revuelo con
los recortes a educación, a salud, a vivienda o el empleo?
Y es que cuando se trata de sus
intereses a hacienda Saturno le da igual que sea un pobre desempleado o un
magnate que no sabe en qué gastarse los millones de los contribuyentes, el
dinero es el dinero.
Lo social, la educación, la salud el
empleo es otra cosa y asunto de otros, no nos llamemos a engaño, a estos
pillos, Saturno los ha perseguido por evadir impuestos, no por un súbito
sentimiento de honradez y justicia social.