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grados que pueden tener unos veinte centímetros - la medida de sus pies o
alcanzar las dimensiones del planeta. Pero no quiere medidas que se puedan
alterar, ni abrazos que se deshagan; no
quiere nudos que se desaten, ni labios que se separen de los suyos.
Quiere un universo redondo, cálido
por el que pasen todos los ciclos vitales, quiere que las voces vayan y vuelvan
transformándose en diálogos, quiere abrir los ojos y que siga estando allí en
ese universo patio del que no quiere salir jamás.
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