Estas seis letras dejaban mi mundo en negro, una especie de limbo donde lo que había hecho mío se me rebelaba plagado de aristas filosas, como que los padres son papá Noel, los cuentos de Hadas están en la sección de terror, las pelotas de letras se destrozan contra los muros de silencio. Ah, y que los besos se congelan antes de despegarse los labios.

           Sin embargo, no renuncio a la magia, engaño la realidad cada cierto tiempo, no para encontrar el tesoro al final del arco iris, sino por el placer de caminar esos mundos que terminan con esas seis letras.