Mi
amor tiene dos heridas en la nuca.
Dos
agujeros negros desbordados de sangre, ríos ardientes que abrasan
mis dedos, derriten las uñas y devoran lo que palpita de mi cuerpo.
No
hay gasa en el mundo para llenarlos. No hay metáfora que construya
mundos en la nada, no queda nada, cuando se roba la infancia.