4 de Enero, 2016
![]() Buenoooo, quizá la rutina o mi tarjeta de crédito, no se lo puedo afirmar con certeza, sigo soltera, sin amante y sin familia. A veces y es una pena que suceda, porque es asqueroso, nos damos cuenta de que no son las personas, sino la atmósfera que las envuelve lo que nos trastorna. Por supuesto que puedo vivir sin familia. Adoro el aroma de las cocinas y del café recién hecho, y lo amo, porque sé que eso envenena a mi pulpo. FIN D E ENCADENADOS |
4 de Enero, 2016, 7:17:
LadypapaHablando de...
![]() Dicen que si tuviéramos la oportunidad de ver las cosas al revés de lo que son en realidad, el cerebro tardaría tres días en adaptarse convirtiéndola en algo tan común y normal como antes, así las cosas, el mundo sólo sería asombroso cada tres días. Algo similar sucede con las redes virtuales, al principio son una novedad, todo aquél que participa activamente en sitios como Facebook o Twitter, procura dar a conocer lo mejor de sí mismo, se inventa o copia frases celebres, máximas filosóficas, escoge sus mejores fotos y las comparte con todo el mundo. Las redes nos conectan con personas que nos brindan la ocasión de sentirnos especiales, nos unen bajo propósitos u objetivos altruistas, como las llamadas a la huelga, las peticiones por un mundo mejor, la protesta e invitación a la desobediencia ante los mecanismos sociales que intentan encerrarnos en aldeas globales aniquilando el pensamiento propio. Eso está muy bien, gracias a ellas hemos podido vislumbrar que tal vez tenemos una posibilidad de libertad de expresión y de actuación, sin embargo todo se resume a un instante fugaz, a un periodo de tiempo que aunque alcance a grandes audiencias apenas si logra arañar una realidad que no se rinde porque cuenta con un aliado valiosísimo en su lucha contra el pensamiento, ese aliado no es más que la rutina, el "establishment" que nos aplasta a pesar de los esfuerzos que hacemos para protegernos. Basta con seguir todos los días las redes para darnos cuenta que hay períodos de inteligencia brillante pero a medida que pasan las horas, nos vamos encontrando con las mismas frases copiadas una y otra vez, con las mismas fotos trucadas, con las mismas noticias sobre la corrupción en cualquier lugar del planeta, una mano con un dedo en alto que nos dice que a miles de personas también le gusta eso y nada más, el efecto sorpresa desaparece. Durante tres días, hagan el cálculo, podemos sentir asombro, podemos cambiar el mundo, luego el cerebro se adapta y volvemos a sentir el peso de la realidad, aunque sea al revés, está se convierte en la pesada loza que llevamos a cuestas, es nuestra condición de seres ávidos de experiencias, de conocimientos, de aventura, que cada vez exigimos más novedad, más excitación y exaltación como si padeciéramos de un hambre devoradora que consume todo a su paso sin asimilarlo siquiera, no tenemos tiempo para eso, no podemos masticar doce veces por el lado derecho de la mandíbula y otras doce por el izquierdo porque nos quedamos atrás y eso es algo que no nos podemos permitir. Tragamos rápido, devoramos, desesperamos por lo novedoso sin alimentarnos debidamente, consumimos días y con los días se nos va la vida sin que hayamos vivido de verdad, sin una huella histórica que muestre a las nuevas generaciones lo que hicimos en nuestro paso por la tierra, porque cuando el mundo virtual estalle, toda la información que contiene desaparecerá sin dejar testimonio de nuestro paso, seremos los humanos de las palabras perdidas. |
4 de Enero, 2016, 7:08:
Gladysminirelatos
![]() Tengo las manos llenas de minutos, los minutos llenos de imágenes, las imágenes llenas de signos de interrogación, admiración, puntos seguidos, dos puntos, puntos aparte y coma. Esa es la gramática de mi vida y mis días una sucesión de párrafos firmados bajo las XXX del anonimato. Y cuando hablo de anonimato, no me refiero a la máscara o a la X que oculta mi identidad a los demás. La cosa va más allá, trasciende la pertenencia y el carácter, me refiero a ese estado en el que todas las personas - en algún momento de sus vidas - no saben exactamente quienes son. Es este lapso, justo en el momento en el que no sabemos por qué o cómo actuamos de determinada manera. Ese instante en el que aún no bajamos los brazos cuando caminamos descalzos sobre la cuerda floja, antes de claudicar y tomar la etiqueta que nos ponemos en la frente por el resto de nuestras vidas. No es nada fácil hacer equilibrios con las manos llenas de gramática, por ahí se nos escapan signos que podrían ser las claves a la hora de los entendimientos, pero se trata de sobrevivir al abismo… después ya nos apañamos para que nos entiendan o para que alguien se tome el trabajo de detenerse un minuto a preguntarse que significan esas XXX. Una pista, suena como un beso. ¡Prueba! |
![]() Cuando el son se abre camino entre sus carnes, nada la detiene. Nada la hace más feliz. Cuando va por la calle, cuando viaja de un lugar a otro, cuando cierra los ojos de un sueño a otro, siempre lo hace bailando. Las caderas se mueven, los pies ascienden, la alegría baja a la tierra. De baldosa en baldosa hasta el final de la calle, ella recorre la música, graba en sus notas las huellas de su vida. La luna, a veces, baja, se esconde un poco entre los tejados para contemplarla a placer. Su cara regordeta sonríe. Las ausencias también se dan cita en la calle para verla bailar, saben que en esas noches pueden sentir el placer de ver su cuerpo, sentir su respiración, andar las huellas de sus pasos. Todo huele a amor, todo huele a importante, a savia, a energía. Ella no lo sabe. Ella sólo baila. Un elfo guarda sus huellas entre las grietas de las baldosas, para que cuando ella las pise, les insufle vida. |