![]() Cuando el son se abre camino entre sus carnes, nada la detiene. Nada la hace más feliz. Cuando va por la calle, cuando viaja de un lugar a otro, cuando cierra los ojos de un sueño a otro, siempre lo hace bailando. Las caderas se mueven, los pies ascienden, la alegría baja a la tierra. De baldosa en baldosa hasta el final de la calle, ella recorre la música, graba en sus notas las huellas de su vida. La luna, a veces, baja, se esconde un poco entre los tejados para contemplarla a placer. Su cara regordeta sonríe. Las ausencias también se dan cita en la calle para verla bailar, saben que en esas noches pueden sentir el placer de ver su cuerpo, sentir su respiración, andar las huellas de sus pasos. Todo huele a amor, todo huele a importante, a savia, a energía. Ella no lo sabe. Ella sólo baila. Un elfo guarda sus huellas entre las grietas de las baldosas, para que cuando ella las pise, les insufle vida. |