Tengo las manos llenas de minutos, los minutos llenos de imágenes, las imágenes llenas de signos de interrogación, admiración, puntos seguidos, dos puntos, puntos aparte y coma.
Esa es la gramática de mi vida y mis días una sucesión de párrafos firmados bajo las XXX del anonimato.
Y cuando hablo de anonimato, no me refiero a la máscara o a la X que oculta mi identidad a los demás.
La cosa va más allá, trasciende la pertenencia y el carácter, me refiero a ese estado en el que todas las personas - en algún momento de sus vidas - no saben exactamente quienes son.
Es este lapso, justo en el momento en el que no sabemos por qué o cómo actuamos de determinada manera. Ese instante en el que aún no bajamos los brazos cuando caminamos descalzos  sobre la cuerda floja, antes de claudicar y tomar la etiqueta que nos ponemos en la frente por el resto de nuestras vidas.
No es nada fácil hacer equilibrios con las manos llenas de gramática, por ahí se nos escapan signos que podrían ser las claves a la hora de los entendimientos, pero se trata de sobrevivir al abismo… después ya nos apañamos para que nos entiendan o para que alguien se tome el trabajo de detenerse un minuto a preguntarse que significan esas XXX.

Una pista, suena como un beso. ¡Prueba!