30 de Enero, 2016
![]() Ella escribía poemas o copiaba los que más le gustaban de sus autores preferidos, los inmortalizaba en papeles amarillos de diez por cinco centímetros. Luego salía a la calle y los iba dejando en los quicios de las ventanas, en los portales, los buzones de correo o por debajo de puertas cerradas. También se aprendía canciones de memoria y se paraba en una esquina de su ciudad para cantarlas, a veces se iba a un parque, se sentaba en un banco y desentonaba canciones de amor a las palomas o los cuervos. El, por su parte perseguía mujeres que no lo amaban, las llamaba, las buscaba, hacía el amor con ellas y en las mañanas dibujaba en esas pieles desnudas, un rostro desconocido. Con ellas planeaba una vida en común, un futuro juntos, unas tardes lánguidas de domingo, pero por una razón ajena a su cerebro, cuando se fijaba en el rostro del momento, éste no coincidía con el que su mano dibujaba. Ella mirando al mar. El sentado en la barra de un bar. |
![]() Un dedo acusador golpeó bruscamente su hombro. Una voz desagradable a su espalda le urgió: es hora de cerrar. Giró la cabeza con rabia, en un primer impulso habría sido capaz de lanzarle un puñetazo a la cara, a esa horrible cara llena de cicatrices y verrugas, habría cogido su cabeza de ogro y la hubiera estrellado contra las vitrinas o la hubiera pateado directo al techo. Su cerebro se llenó de sangre, tanto que tuvo que hacer un gran esfuerzo para no vomitarle encima de ese traje brillante y mantecoso. Pero se contuvo - gracias a su férrea educación - apretó los dientes y exhibió su mejor sonrisa a la que supo dar un cariz de autenticidad. Se dio la vuelta y se encaminó a la salida. Atrás, a sus espaldas, el cuadro la vio alejarse, sintió el abandono de sus ojos que tanta pasión le habían mostrado. Sintió otra vez, la frialdad de las lisas, enormes y heladas paredes del museo. Estaba seguro que no podría soportar un día más. No, por favor, no más abandonos. Tendría que cortar esa cadena, destrozar ese bucle, romper ese esquema. Su naturaleza no le permitía aceptar por más tiempo esa condición. Habían sido demasiados años, desde que el pintor murió, que presenciaba la misma escena. Ojos que miran con admiración, un aliento cálido, unas manos temblorosas y unos deseos contenidos. No más. Al día siguiente alguien del público comentó: "estoy plenamente seguro, en este cuadro, ayer mismo, no estaba este hombre ni ese guardia de seguridad con su uniforme brillante y mantecoso, decapitado". Creo que nos están timando. |
Ella ya estaba instalada en su nueva casa, había colocado todas sus cosas de manera apropiada y se sentó feliz a contemplar su nuevo piso sin el agobio de ordenar nada más. En el ropero colgaban sus bolsos, mochilas y una pequeña cartera de lentejuelas que solía usar cuando se iba de juerga, la tomó y pensó que hacía mucho tiempo que no la usaba, entonces la abrió y encontró un papel doblado en tres partes, una azul con figuras infantiles, otra parte en un tono más oscuro con pequeñas cruces en azul más claro y en medio un rostro… el dibujo a mano de aquel hombre que nunca le habló y que sin embargo seguía amando. |
En el banco del parque en pleno invierno…
Haz dibujado un camino, te puedo preguntar a dónde conduce. Ya se, suelo escupir obviedades. No contestes, si inclinas la cabeza a la derecha será el oriente o (otra vez obvio) Mientras lo decía desvió la cabeza y no se dio cuenta de que a ese primer trazado le había añadido otro. Perdona - le dijo - me distraje te ¿puedo repetir la pregunta? ¿Adónde conduce ese camino? (la obviedad lo hizo sentir ridículo) No, no me mires así, por un momento me distraje, pero podrías reconsiderar tu actitud y empezar quizás desde otra perspectiva, no sé, más ¿tolerante? o más dispuesta a la comunicación ¿no? ¡No, no te vayas! ¡Quédate! Indícame ¿qué hago? Sabes que necesito que me digan las cosas que ya sé, es como si esperara que una voz desde fuera me ordenara el modo de hacer las cosas que llevo dentro con absoluta certeza. ¿Qué? ¡Paloma estúpida! |
![]() Voy a tener que soñar que subo escaleras a ninguna parte, que abro puertas, donde no hay nadie, que desemboco en pasillos que se desvanecen en la luz del atardecer. Resulta que ninguna parte es mi meta, sí, una meta abstracta, un punto de encuentro desconocido que puede suceder o no. Lo real es el camino, el primer escalón, luego el segundo, el tercero, el cuarto. Cuando se pone el pie en cada uno de ellos, se siente la angustia, las manos sudan y el corazón se desboca, los sentimientos se mantienen en el segundo, el tercero, sin embargo, ya en el cuarto la ansiedad va desapareciendo, va dejando lugar a una especie de certeza, de ligereza e incluso de felicidad. Hay espacio exterior e interior, hay una fuerza motora, una energía que te pone alas. El rostro se relaja, los labios se extienden y una sonrisa ilumina el camino, sientes la tibieza de tu cuerpo derritiendo la frialdad de tu ambiente alrededor. Ya no hay miedo al mirar hacía adelante, tampoco excesivo optimismo, hay confianza, seguridad y un par de piernas firmes que emprenden el camino. |
![]() Las sábanas están tibias, la habitación huele a ti, o a él, o a ella, o a ese algo que nos gustaría llamar amor, pero sabemos que no es así. Dos personas despiertan sobre la almohada, una habla de amor, la otra escucha indiferente, mientras juega con la punta de sus dedos a dibujar las cosas que no se atreve a decir. Una siente dolor de tripa, la otra respira, contiene el aire, cuenta hasta diez para que el dolor esta vez no lo desgarre. Hoy es domingo y las pelusillas viajan a caballo en un rayo de luz hasta el balcón, llevan enredados entre sus hilachas los rostros amados que ya no despiertan en esa almohada. Hoy es domingo… El mundo habla por la ventana internet, sé de sus desgracias, de sus logros, también me pone en contacto con pensamientos de gente que amanece los domingos, pensando en estas cosas. Hoy es domingo y las palabras se agrupan a mi alrededor, unas forman un ejercito de bravas letras que alguna vez hicieron llorar, otras, las pobres, han perdido al capacidad de comunicar, pero por contraste han desarrollado una maravillosa cualidad, saben transformarse en imágenes que se acercan, llegan al borde la cama ascienden y caminan sobre las arrugas de las sábanas, una de ellas te reproduce a ti, entrando a la habitación con una bandeja en la mano, en la que una fruta abierta, jugosa y excitante espera ansiosa el mordisco… Sí, hoy es domingo. |
Hace muchos años - como empezaría cualquier cuento de hadas - un señor llamado Abbie Hoffman editó de su propio bolsillo un libro lleno de consejos para hacerles el quite a los deudores, y sí, vivir gratis, aunque parezca increíble y no tenga final feliz. Hoy, algunos de ellos están obsoletos, incluso producirían risa por su candidez, pero la sabiduría popular puede con todo y se reinventa cada día. La falta de trabajo y de oportunidades ha creado un estilo de vida denominado rebusque y todos los que vivimos con el alma atravesada en la garganta ya sea porque en cualquier momento nos despiden sin motivo o porque los compañeros nos mueven la butaca cada segundo, tenemos que arreglárnoslas con sistemas de ahorro inverosímiles para poder llegar a fin de mes. En este caldo de cultivo, suelen crecer como mala hierba, desde pitonisas con serpiente al cuello hasta guapísimos y guapísimas comerciantes que pretenden ayudarnos a conseguir un trocito de cielo en la tierra insistiéndonos machaconamente y como si de un coro religioso se tratara el famoso TU PUEDES y demás lindezas. sin embargo, navegando un poco por esa especie de mundo alternativo que es Internet, se ha podido comprobar que si se tiene la paciencia suficiente y el tiempo para buscar lo que se desea o necesita, cualquier persona puede ahorrarse unos cuantos miles, usando el método del intercambio. En internet se encuentra todo lo que nos imaginemos, desde aprender a leer hasta manejar una nave espacial y no cobran por ello, compartir vacaciones, hoteles y hasta sofás en las antípodas de nuestra ciudad, alimentos, ropa, conocimientos, consulta psicológica, médica, terapias alternativas, trucos para hacer la declaración de renta, también como cometer delitos y formas de burlar a la justicia. Internet es el universo creado por el hombre y en él habita todo lo que el ser humano pueda desear, está además al alcance de la mano y las nuevas generaciones vienen ya con genes virtuales incorporados a su ADN, esa es nuestra realidad. Como siempre los más listos sacan provecho de esa información, alguna gente puede vivir intercambiando cosas para sobrevivir, se basan en la premisa de que si tu sabes hacer algo, o eres bueno para determinada tarea, siempre habrá en el mundo alguien que necesite de lo que tu haces y se produce el intercambio: por ejemplo, yo se Mandarin y alguien desea aprenderlo. Yo le enseño a cambio de clases de español o de que me haga la declaración de renta. En este nuevo orden de cosas el concepto del dinero desaparece, pero también obliga a un nuevo modelo de ser humano y ahí radica el problema, porque somos imperfectos, queremos vivir gratis, pero tras ese concepto subyace en el inconsciente el deseo de adquirir posesiones cada vez más, a corto plazo y para sentirse superior a los demás. Por eso, ojo con lo que encuentra en la red, ya se que esto empezó como un cuento de hadas, pero advertí: No lo es, igualito que internet. |