Ella ya estaba instalada en su nueva casa, había colocado todas sus cosas de manera apropiada y se sentó feliz a contemplar su nuevo piso sin el agobio de ordenar nada más. En el ropero colgaban sus bolsos, mochilas y una pequeña cartera de lentejuelas que solía usar cuando se iba de juerga, la tomó y pensó que hacía mucho tiempo que no la usaba, entonces la abrió y encontró un papel doblado en tres partes, una azul con figuras infantiles, otra parte en un tono más oscuro con pequeñas cruces en azul más claro y en medio un rostro… el dibujo a mano de aquel hombre que nunca le habló y que sin embargo seguía amando. |