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           Después de un exhaustivo paseo por las ofertas de empleo en diferentes medios, se ha llegado a la conclusión de que este lapso es el único que encuentra una opción de trabajo, que ni siquiera es buena. Sólo diez años. Las empresas quieren gente entre 25 y 35 años, ni muy jóvenes, ni viejos, porque en esta sociedad que irónicamente ha ampliado su perspectivas de vida hasta los 82,33 años, en las mujeres, únicamente ese grupo de elegidos tienen alguna opción, los demás ya pueden ir golpeándose la cabeza contra las piedras a ver cómo consiguen el sustento para ellos mismos y sus familias y si eres mujer, lo tienes claro. Estas lista.

            Así, mientras por un lado se logran avances, por el otro se destruyen las opciones para la mujer, que jamás lo ha tenido fácil, sus condiciones precarias e irregulares se acentúan con los años, manteniendo el  estado de feminización de la pobreza por siempre.

            No importan los títulos, la disponibilidad de tiempo y la agudeza en los negocios - el DNI y el género son implacables - de otro lado, según un informe publicado recientemente  por Infojobs Esade, "las empresas buscan empleados más flexibles en disponibilidad y movilidad, más adaptables en cuanto a áreas, menos exigentes y por supuesto más baratos". Aún así, a pesar de los logros conseguidos a través de la historia,  la mujer sigue llevando sobre sus espaldas el lastre de las cargas familiares. Para las empresas - según el mismo informe - esto es sinónimo de mano de obra que no está disponible un 100%, porque se supone que las mujeres tienen que compatibilizar su trabajo con las funciones del hogar tradicionales y el coste que esto representa no lo quieren asumir ni los empresarios ni el Estado.

            Así las cosas, las mujeres de cierta edad resultan prescindibles en caso de que surjan problemas económicos en la empresa. Resumiendo, la vida laboral de una mujer se reduce a diez, o a lo sumo quince años y en el colectivo van resurgiendo conceptos, que ya creíamos superados, como  que el lugar de la mujer está en la familia, que su salario es una ayuda y que por tanto debe estar satisfecha con trabajos a medio tiempo para poder combinar su profesión con su familia. 

            Hay excepciones por supuesto, hay mujeres que se destacan, que logran trabajar hasta el día de su muerte, que son valoradas, incluso revolucionarias, pero son excepciones, son casos aislados, en tanto que la gran mayoría ve con temor como pasan los años mientras contemplan sus títulos universitarios o de maestrías adornando las paredes de sus casas.

            No tenemos muchos motivos para estar contentas las mujeres hoy día, tampoco tenemos un momento de respiro, porque al menor descuido se nos van arrebatando derechos, se nos va reduciendo el espacio vital, vemos desaparecer oportunidades mientras vamos envejeciendo relegadas a papeles secundarios.